El jefe

Crítica de Miguel Frías - Clarín

Un tipo deleznable

Un gerente de Recursos Humanos, en un grotesco que resulta fallido.

Hay que reconocer que la comedia colombiana El jefe genera misterio y risa. El misterio es por qué la vieron 300.000 personas -lo que anuncia su gacetilla-; la risa, lo que genera sin proponérselo, como alguien que se cae en un lugar público: la risa, maliciosa, provocada por el traspié, no por la virtud ni el ingenio.

Todo empieza con un hombre que se despierta a las 5.50 AM, escucha a su mujer quejándose por problemas de consorcio -ellos no pueden votar en las asambleas porque no son propietarios- y le cambia los pañales a su bebé, manchándose feamente la ropa. Una pesadilla. Después sabremos que se trata del gerente de Recursos Humanos de una empresa, un tipo deleznable, que goza haciéndole el mal a los empleados. Ah: y se convertirá en el amante de la mejor amiga de su esposa.

Entre intrigas laborales y sentimentales mal resueltas, en tono más grosero que grotesco, la película se destaca por su desborde, su falta de lógica, su pobreza en las puestas de escena y construcción de historia y personajes, sus actuaciones irregulares y su apelación constante a lo escatológico. El jefe untará con caca la oficina de un empleado. Y recibirá, ay, el vómito de su secretaria (Mirta Busnelli, ¿qué hace acá?). Apenas dos ejemplos, válidos para el todo.