El irlandés

Crítica de Mariano González - Cinergia

Adiós, buenos muchachos

Uno acompaña casi con ansias ese primer plano secuencia en el que descubrimos a Frank Sheeran (Bob De Niro), un hombre anciano con la mirada perdida internado en un asilo; y conforme vaya pasando el tiempo iremos descubriendo los tonos del último trabajo de Martin Scorsese producido en conjunto a De Niro y con un elenco maravilloso. The Irishman serán poco más de tres horas de cine, cine de la vieja escuela que no viene a demostrarle nada a nadie, que no viene a deslumbrar con artilugios técnicos ni sonoros; viene a contarnos una historia que es la adaptación del best seller “I Heard You Paint Houses” de Charles Brandt. La historia narra la vida de Frank Sheeran, un veterano de guerra que poco a poco irá ascendiendo en el mundo del hampa y en ese camino se topará nada más y nada menos que con Jimmy Hoffa (Al Pacino) con quien entablará una entrañable amistad en un mundo en el que el poder y la ambición parecen manejarlo todo.

Es un muy buen año para el cine todavía nos queda un mes y se puede decir que hemos disfrutado de un abanico muy diverso de buen cine con grandes directores encabezando las listas camino a la temporada de premios. The Irishman es una película de ciento cincuenta millones de dólares que por muchos idas y vueltas de estudios y productores cayó en manos de Netflix y a pesar de poder disfrutarse en solo dos salas a nivel nacional, ha llegado al popular sistema de streaming para el deleite de todos sus abonados que podrá decidir si verla en el cómodo sillón de sus livings o en la sala de un cine (eso queda a elección de cada uno). Lo que sí se puede asegurar es que nadie va a quedar indiferente con pedazo de película.

Para empezar a hablar de la obra hay que comenzar por las actuaciones en la que para mí se destaca Robert Deniro por el resto, logrando momentos únicos en donde no alcanza con la empatía simple. Su Frank Sheeran es frío y calculador, pero también es un hombre consciente de la falta de afecto de su familia para con él, algo que veremos a lo largo de toda la película y que en modo flashbacks y voz en off (marca registrada del director) nos servirán de guía para entender situaciones y decisiones importantes de la trama. Joe Pesci, quien abandonó momentáneamente su retiro de la actuación motivado por las charlas con respecto al guion de Martin que quería tenerlo en su película. Interpretando a Russell Bufalino, jefe criminal de Pensilvania, a través de un intercambio de favores con Frank y su rol de camionero llegará a lo máximo de su confianza. El trabajo actoral del trío principal es algo para recordar por muchos años, estos señores han dejado su historia dentro del mundo del séptimo arte y bien merecen una despedida al menos juntos de la forma en que The Irishman transcurre.

El ascenso del sindicato de camioneros a cargo de Jimmy Hoffa, el triunfo y muerte de JFK, la crisis con Cuba e incluso el escándalo del robo de los documentos de Watergate confluyen en una trama que no decae en ningún momento, que logra atrapar que nos sumerge en el buen tino de Frank y su oficio de matar, porque The Irishman es una película que quizás muchos tilden de cómoda para el director pero que que no hace más que afianzar la idea de que se pueden contar historias sin caer en la narrativa forzada del croma en donde las actuaciones son el puntal de la obra y los pequeños artilugios que los tiene solo subrayan el ojo del genio que es Scorsese. Casualmente dos de las mejores películas del año tocan temas similares: tanto Once Upon a Time in Hollywood como The Irishman hablan de la amistad desde lugares dispares pero no menos comunes, y mientras el tercer acto me desojaba como si fuera yo un árbol mostrando el ocaso de un hombre con una vida terrible y secretos oscuros en busca del perdón, no podía dejar de pensar en muchas frases que va sembrando para la reflexión llegando al ocaso. Medio siglo de cine para Martin Scorsese sin duda, todo un legado en su filmografía, un hombre que emana cine, que tiene una particular visión y que por sobre todo habla a través de sus obras. Demás está decirles la importancia de la revisión filmográfica de un director como él y creo que en una época donde a veces erróneamente se intenta explicar más de lo que se permite admirar es necesario hurgar en el pasado, el ADN de un cine que se va transformando constantemente pero que vive dentro de su estructura primigenia sin perder jamás la esencia de quienes buscan con la cámara contarnos buenas historias, como la de un hombre que pinta casas y que hace sus propios trabajos de carpintería.