El irlandés

Crítica de María Fernanda Mugica - La Nación

La cámara se desliza por los pasillos de un hogar para ancianos hasta llegar a un hombre en silla de ruedas, de espaldas. Con un giro un tanto complicado, la cámara revela a Robert De Niro, interpretando a Frank "The Irishman" Sheeran. Una presentación de personaje tan perfecta como la de John Wayne en La diligencia o la de Clark Gable en Lo que el viento se llevó. Y eso no es lo único que tienen en común estas tres películas: El irlandés también tiene destino de clásico.

No es la primera vez que Martin Scorsese hace una gran película, pero su nuevo film tiene una cualidad de obra definitiva. En tres horas y media, el director perfecciona los temas, el estilo (planos secuencia larguísimos, los saltos temporales, una banda de sonido de rock and roll clásico y el montaje genial de Thelma Schoonmaker) y hasta el trabajo con ciertos actores, que le valieron imitadores y convirtieron su nombre en un adjetivo. Son historias centradas en dilemas morales, muchas con foco en el crimen, con la violencia y el humor como formas de supervivencia, en las que la política y las dinámicas de la sociedad norteamericana funcionan como trasfondo (un poco causa y un poco consecuencia) de lo que sucede en las vidas de los personajes.

El irlandés lleva todos esos elementos a su máxima expresión. Basado en el libro I Hear You Paint Houses, de Charles Brandt, adaptado por Steven Zaillian, el film cuenta la historia de Frank Sheeran, un veterano de la Segunda Guerra Mundial que trabajó como camionero y se relacionó con personajes del crimen organizado como Russell Bufalino ( Joe Pesci). A través de este, Sheeran se involucra con la Hermandad Internacional de Camioneros, conocidos como los "teamsters", y las actividades ilegales de su líder Jimmy Hoffa ( Al Pacino), quien está desaparecido desde 1975 y fue declarado muerto en 1982, aunque nunca se encontró su cuerpo. Tanto el libro como la película se centran en el testimonio de Sheeran, quien asegura saber qué sucedió con Hoffa, aunque sus afirmaciones fueron refutadas por miembros del FBI, periodistas y otros estudiosos del caso.

La relación de la película con la realidad tiene poca importancia ante su majestuosidad y las increíbles actuaciones que brindan De Niro, Pacino y Pesci (ni siquiera molesta demasiado el uso del rejuvenecimiento digital). Verlos de nuevo trabajar con un material a la altura de sus talentos es una bendición del dios del cine. En realidad, de Scorsese, que es de lo más cercano a eso que tenemos.