El invierno llega después del otoño

Crítica de Diego Batlle - La Nación

Amores bohemios

En la escena inicial, Pablo (Guillermo Masse) y Mariana (Marina Califano) terminan de tomar un café. Pronto sabremos que se acaban de separar, aparentemente en muy buenos términos. Lo que sigue son dos historias independientes: primero la de él, que transcurre en otoño; y luego la de ella, que se desarrolla en el invierno siguiente. Ambos participan de ese impreciso universo que mixtura lo literario, periodístico, universitario y cinematográfico por lo que sus actividades tienen que ver con ediciones y presentaciones de libros, escrituras y desgrabaciones de textos, rodajes (hay incluso una escena de cine dentro del cine con el codirector Zukerfeld en pantalla), pero también fiestas varias, múltiples enredos amorosos, angustias y contradicciones existenciales e incluso la venta de celulares ilegales y drogas. La película sostiene un tono medio (ni demasiado divertido ni solemne), mientras que algunos diálogos ingeniosos suenan demasiado escritos (y recitados). Además, la apuesta por la deriva constante de los personajes pueden generar cierta distancia y frialdad.

En la línea del cine sobre intelectuales de Matías Piñeiro (la película también proviene de la FUC) y con otro notable aporte del director de fotografía Fernando Lockett, El invierno llega después del otoño se apropia -con su impronta que remite a la nouvelle vague francesa- de la ciudad y no se refugia en sus limitaciones presupuestarias para utilizar múltiples locaciones y personajes. Un cine de búsquedas y riesgos que, en definitiva, se agradece.