El invierno de los raros

Crítica de Juan Pablo Russo - EscribiendoCine

Un lugar en mi mundo

El invierno de los raros (2010) integra el tríptico de películas producidas en la provincia de Córdoba junto a las ya estrenadas De Caravana (2010) e Hipólito (2010). Dirigida por el novel Rodrigo Guerrero el film es tal vez el más radical e innovador, no sólo de las propuestas cordobesas sino también del cine argentino visto últimamente.

Estructurado desde la coralidad funciona desde la observación de una serie de personajes habitantes de un pueblo en el interior. No son los típicos héroes y heroínas que estamos acostumbrados a ver en las películas sino todo lo contrario. Cada uno de ellos se moverá como un antihéroe pero desde su propia perspectiva, no desde la visión de los demás, ni del juzgamiento de sus actos. El invierno de los raros es una película de perdedores, personajes en una búsqueda permanente de la felicidad, seres que huyen, que buscan, que encuentran y que vuelven a huir. Historias de gente común que es extraña en su propio mundo.

Narrativamente el film se divide en dos etapas. Una observacional, en donde el ojo de la cámara funciona como un espía siguiendo a cada uno de los protagonistas para verlos interactuar con el mundo circundante; y una segunda de acción y reacción, de toma de desiciones y construcciones de mundos. Mientras que para algunos el escape es la única salida para otros arraigarse será la solución.

Guerrero hace uso de todos los elementos plásticos que el cine puede brindar para concebir un film visualmente mágico. Hay una delicada construcción sensorial en donde cada plano pareciera ser una fotografía trabajada de manera artesanal. Guerrero coloca la cámara en lugares insólitos para fusionar la obscuridad de los personajes con la del pueblo y así poder transmitir un estado que no sabemos muy bien si es locura, desesperación o la misma cotidianidad circundante.

El elenco encabezado por Luis Machín y Lautaro Delgado, junto a los locales Paula Lussi, Maitén Laguna y Cunny Vera, trabajan personajes extremos desde la normalidad, sin por eso caer en lo básico o la sobreactuación. Son personajes silenciosos que dirán todo lo que tienen para decir a través de sus rostros y posturas. Sin palabras pero con acciones que definirán sus personalidades en algunos casos avasallantes y en otros retraídas.

El invierno de los raros es un film opuesto a lo que pudimos ver hasta ahora de ese nuevo movimiento llamado “Cine cordobés, no por calidad sino por forma y contenido. Menos narrativo, con una gran puesta visual y lejos de toda convencionalidad Rodrigo Guerrero se juega con personajes perdedores que no tienen mucho para decir, pero sí para hacer.