El inventor de juegos

Crítica de Lilian Lapelle - Cine & Medios

Volver a los clásicos

Iván Drago (David Mazouz) es un niño de diez años; su pequeña altura y poco amor por los deportes lo distinguen del resto de los niños y de las aspiraciones de su padre. Por esas cosas del destino, o no, cae en sus manos una historieta en cuya última página hay un concurso para crear juegos, y así Iván descubre que tiene un talento innato para esa actividad. Sus juegos son cada vez más creativos y complejos, de manera que consumen casi todo su tiempo.
Iván se encuentra fascinado con su nueva tarea, hasta que un accidente hace que su vida cambie por completo, y deba sumergirse en una peligrosa aventura que requerirá de todo su ingenio para recuperar la vida que tenía, y en el camino descubrir quién está detrás del misterioso concurso de juegos.
Iván es un niño que recorre el camino del héroe, atraviesa tragedias, vence obstáculos, y llega a su meta. En el camino vivirá de todo, y más también. Las aventuras del protagonista nos recuerdan a clásicos como los Goonies, donde niños inexpertos viven situaciones extraordinarias, y descubren talentos que hasta el momento estaban dormidos.
La ambientación y la estética surrealista y atemporal son excelentes, es casi imposible no reconocer influencias de Terry Gilliam o Jean Pierre Jeunet, y es maravilloso que se hagan productos para chicos con esa calidad estética de manera que acostumbren los ojos a algo más interesante y sofisticado que las formas redondeadas y los colores estridentes.
Dinámica, colorida, y con la sensación por momentos de estar en una montaña rusa (con mareo incluido) la película es recomendable para chicos de más de diez años, que puedan entender y disfrutar una historia que, además de un sólido guión y hermosas imágenes, cuenta con excelentes actuaciones entre las que se destacan Megan Charpentier, como una misteriosa niña con la capacidad de pasar inadvertida en todas partes, y Joseph Fiennes, quien interpreta al extraordinario Morodian.
Basada en el exitoso libro de Pablo De Santis, y dirigida por Juan Pablo Buscarini, la película es una coproducción entre Argentina, Canadá e Italia; la mayoría de sus actores son norteamericanos o Europeos, y está hablada en inglés, pero filmada íntegramente en Argentina donde, cabe destacar, encontraron excelentes locaciones para recrear cada uno de los universos de la historia.