El infiltrado

Crítica de Hugo Fernando Sánchez - Tiempo Argentino

Todo por salvar a su hijo

El dueño de una empresa de transportes está dispuesto a infiltrarse en el mundo de las drogas para librar a su hijo, encarcelado por su supuesta vinculación con el narcotráfico.

La película tiene un centro desde donde parte la historia más que interesante. En la lucha contra las drogas –que por cierto se está perdiendo–, la justicia de los Estados Unidos "planta" cazabobos con pequeñas cantidades de estupefacientes para que principalmente los jóvenes se vean tentados y engrosen las estadísticas de detenidos por tráfico. Este es el relato que plantea el film –que se supone fue un caso real–, de Jason (Rafi Gavron), un chico de 18 años al que un amigo lo delata para conseguir una reducción de pena. Ya tras las rejas, al muchacho se le pide lo mismo pero él se niega a colaborar con un sistema injusto, por lo que se dispone a cumplir diez años de condena.
Pero ahí aparece John (Dwayne "The Rock" Johnson), el próspero dueño de una empresa de transportes que está dispuesto a infiltrarse en el mundo de las drogas y conseguir las pruebas para incriminar a algún narco a cambio de que la despiadada fiscal Joanne Keeghan (Susan Sarandon) libere a su hijo.
Después de algún intento que termina con John recibiendo una golpiza, a través de Daniel (Jon Bernthal), un ex delincuente que trabaja en su empresa, logra conectarse con un cártel de drogas y empieza una odisea para lograr el ansiado arresto.
Más allá de la presencia de dos buenos actores como Susan Sarandon y Barry Pepper –aquí en plan de durísimo agente de la DEA–, el peso del relato se asienta en los anchísimos hombros del ex luchador de catch Dwayne Johnson, en un rol dramático que no está exclusivamente asentado en escenas de acción, que al actor de títulos como Rápido y furioso, Doom: la puerta del infierno o El rey Escorpión, le salen de taquito.
Y si bien el musculoso Dwayne ya mostró su veta vulnerable y hasta divertida en comedias como Papá por sorpresa y Súper agente 86, el desafío actoral de El infiltrado es mucho mayor. Y hay que decir que The Rock sale bastante airoso como el padre dispuesto a todo por sacar a su hijo de la cárcel –y todo significa su matrimonio, su empresa y hasta su vida–, haciendo de mula para un temible cártel de drogas liderado por “El Topo” Pintera (Benjamin Bratt), que como prueba de lealtad, lo obliga a transportar varios millones de dólares sucios en uno de sus respetables camiones hasta México.
El moderado atractivo del film es entonces el muy recorrido camino del hombre común enfrentado a circunstancias extraordinarias y totalmente ajenas a su vida como el delito, que tiene como condimento adicional ver a un actor de acción contenido, coqueteando con el melodrama y vulnerable como un personaje ordinario obligado a negociar en términos que desconoce con el sistema, aunque por supuesto, después se suelta y hace lo suyo. Lo de siempre.