El infiltrado

Crítica de Héctor Hochman - El rincón del cinéfilo

El grave problema de éste filme, basado en hechos reales (¡vaya uno a saber cuáles fueron!), es que de todo lo que se ve, lo efectivamente real, intenta sustentarse en la alegoría hitchcockiana de un personaje ordinario envuelto en una situación extraordinaria.

John Matthews (Dwayne “The Rock” Johnson) es un hombre de trabajo, un empresario exitoso, a la vez que un padre que sale a resguardar a su joven hijo Jason (Rafi Gavron), quien por inexperiencia queda enredado en el trafico de estupefacientes. Ante la posibilidad de un arreglo, el de trabajar como “soplón” (de ahí el titulo original del filme “Snitch”) para el FBI, a la cual se niega el joven, lo que sí es asumido por su progenitor.

Ahí esta el problema. El actor Dwayne Johnson, aquí también en función de coproductor, héroe de filmes de acción por excelencia (próximamente lo veremos en “Hércules”), no da, desde el “fisic du rol”, por presencia, con el personaje principal, es de todo menos una persona ordinaria. Por ende casi todo se torna inverosímil.

Para poder cumplir con la “tarea”, arreglo de por medio con la fiscal de turno. Joanne Keeghan (Susan Sarandon), con el propósito de que le sea reducida la condena de su hijo, se “infiltrará” en una red de narcotraficantes despiadados, todos latinos o negros, con el peligro que eso conlleva, para tenderles una trampa.

Se pone bajo las ordenes del experimentado agente Cooper (Barry Pepper) miembro de la DEA, quien lo guiara y le dará el apoyo necesario para que logre el éxito en su misión.

Al mismo tiempo que estamos en presencia de una producción de acción, como planteo original e importante, ya que es en el desarrollo de este conflicto que el filme va desplegando las acciones y su recorrido, se va planteando una subtrama que en realidad es la disparadora de todo, la reconstrucción de la relación padre/hijo, algo demasiado elemental.

La narración es previsible, plagada de lugares comunes, clisés, y personajes demasiado estereotipados. Es verdad, entretiene, pero más por la velocidad de las imágenes impuesta desde le montaje que por la credibilidad del texto. Punto.