El infiltrado

Crítica de Santiago Resnik - CineFreaks

De la gloria al regurgite

De la misma forma en que Arnold Schwarzenegger pasó de ser el malo más malo en Terminator (1984) al buenazo en Terminator 2, el juicio final (1991), Bryan “Heisenberg” Cranston ahora juega con el papel de agente honesto de la DEA y atrapa a los secuaces de Pablo Escobar, regando cocaína en Estados Unidos en la década del 80.
Si de algo tenemos que estar agradecidos de Cranston es por la serie Breaking Bad. Luego Hollywood se encargó de transformar esta nueva fórmula -capos narcos- para repetirla una y otra vez hasta el cansancio. Aquí, Cranston es víctima -otra vez, Godzilla (2014)– del regurgitar hollywoodense y es parte de una mezcla, mal lograda entre El Patrón del mal, Narcos, Breaking Bad y todos los thrillers con eje en el dinero, que hayan salido en el corto plazo, léase The Big Short (2015), por ejemplo.