El infiltrado

Crítica de Marianela Santillán - Proyector Fantasma

Relaciones peligrosas

El Infiltrado es una película basada en hechos reales, puntualmente en la vida de Robert Mazur encarnado por el fantástico Bryan Cranston (Breaking Bad) como agente encubierto, quien en la década de los 80, atrapó a diferentes narcotraficantes asociados a Pablo Escobar.

¿Cómo lo hizo? Adoptó la identidad de Robert Musella, y trabajando conjuntamente a su compañero de operaciones (Leguizamo), logró llegar a fuentes y pequeños enlaces, que luego lo acercarían a poderosas figuras del mundo de la droga, tanto en Estados Unidos, Panamá, y Europa; todas dependientes del capo narco colombiano. De esta forma, el film muestra inicialmente el trabajo de Mazur en operaciones locales, para luego dar el salto e involucrarse en una investigación, a la vez que debe convivir con su doble identidad, y mantener su vida y vínculos familiares a salvo.

En El infiltrado, la labor actoral de Cranston es impecable, ya que debe afrontar situaciones que van desde salidas lujosas y excesos varios, pasando por tener que ir a ciegas, a conocer -y ser aceptado- por uno de los líderes locales del narcotráfico, mostrándose por momentos como un hombre abatido, por otros como el ser más exitoso y seguro del mundo, o bien siendo un miserable en un bar.

El punto más flojo del film, sin lugar a dudas, es el guión -escrito por la madre de Furman- ya que resulta predecible, y por momentos le quita fuerza a un relato que pudo haber tenido muchos más momentos de tensión, la cual se sostiene principalmente por el desempeño, no sólo de la dupla protagónica, sino también de Benjamin Bratt, Diane Kruger y Elena Anaya (La Piel que Habito).

Si bien El infiltrado no se destaca más que otras películas que exhiben temáticas similares, las actuaciones de Cranston y Leguizamo realmente hacen la diferencia. Además, el film propone cierta reflexión en torno al rol del Estado y de los distintos gobiernos, así como de los Bancos -recordemos que esta operación llevó al colapso al Banco de Crédito y Comercio Internacional- al servicio del narcotráfico, como negocio necesario y fundamental para la economía mundial.