El incendio

Crítica de Ulises Picoli - Función Agotada

En llamas

La ópera prima en soledad de Juan Schnitman resulta una película interesante dentro del panorama del cine nacional. Alejado de la abulia, la pretensión, o el mero onanismo artístico, elige contar una historia. Anclada en el presente, El Incendio trata de una pareja (Lucía y Marcelo) que sale con cien mil dólares a comprar su primera vivienda. El relato es el de un mundo acotado, y la cámara del director, sabiamente, elige ubicarse desde una cercanía asfixiante.

La relación de Lucia y Marcelo (Pilar Gamboa y Juan Barberini) se advierte agresiva, tensa, en crisis constante, en cada gesto, movimiento y silencio, se exponen grietas que presagian un abismo monstruoso. En medio del estresante cambio en sus vidas, se suma la paranoia latente de la sociedad argentina. Una historia que pareciera escapada de Relatos Salvajes pero que a diferencia de aquella, expone de manera más profunda y sincera los temores y conflictos del argentino de clase media que habita la ciudad. Aquí no se utiliza una visión efectista de personajes y circunstancias para convertirlos en elementos de relojería cinematográfica. El Incendio es una historia urgente, arrastrada por la emoción y la conmoción. Entrega una intensidad bienvenida en un cine argentino que muchas veces adolece en la fluidez de su montaje y narración.

El Incendio es una historia urgente, arrastrada por la emoción y la conmoción.

Los acontecimientos que se va recorriendo por más de hora y media suenan a una realidad palpable, tanto en esa relación de pareja con gestos de violencia y desprecio (y de un rigor angustioso) como por los mundos urbanos que se recorren. Las elecciones narrativas y visuales de Schnitman demuestran una energía y fortaleza envidiable, potenciadas por la sólida actuación de sus protagonistas Pilar Gamboa y Juan Barberini.

El mayor acierto de El Incendio es transmitirnos una angustia y suspense constante, acrecentando nuestro frenesí mediante la tensión verbal y visual (con una cámara que nunca se detiene), hundiéndonos gradualmente en un derrumbe que cumple una profecía secretamente deseada. Una película hipnótica, como el goce morboso de quedarse observando mientras las llamas lo devoran todo.