El Impenetrable

Crítica de Iván Steinhardt - El rincón del cinéfilo

Brillante documental testigo de una gesta, casi una quijotada contra la burocracia

Este es uno de esos casos en los que poco importan los antecedentes. Los artistas son seres en constante búsqueda, y en ese camino van ampliando sus horizontes expresivos recorriendo otros andariveles en pos de un resultado. Dos casos emblemáticos, en comparación con sus filmografías anteriores, estrenados este año, serían Wim Wenders con “Pina 3D” y Werner Herzog con “La cueva de los sueños olvidados” (también en 3D). Ambos se abocaron al género documental (aunque éste último ya viene haciéndolo hace algún tiempo), pero con una profunda concepción e implementación de los nuevos elementos del cine. El día que Hollywood aprenda a usar el 3D así estaremos ante un nuevo paso a nivel industrial.

Perdón, me fui por las ramas, pero viene bien para hablar de “El impenetrable”. Así se denominaba a la extensa y frondosa vegetación que abarcaba en tiempos inmemoriales a toda la zona que hoy va desde Chaco al Paraguay, conocida como Chaco Paraguayo. Si esa zona estuviera ahora como hace 500 años, pocos seres humanos se animarían a internarse allí. Quizás en esto resida su nombre y su leyenda.

El cineasta Danièle Incalcaterra debe conocer muy bien esa parte de la historia y a lo mejor, sin querer queriendo, ha logrado un gran documental trazando un paralelo entre el mito creado por la propia naturaleza y el inventado por el hombre. El bosque casi no existe. Hoy, ese lugar devastado a fuerza de topadoras por los "grandes" terratenientes, es invulnerable para el hombre, pero no por su ya casi inexistente naturaleza sino por la burocracia y la corrupción del país vecino (algo parecido a lo que sucede con nuestra Patagonia).

En el comienzo nos enteramos de todo. Danièle y su hermano son poseedores de una herencia no deseada de la que ellos mismos reniegan. Cinco mil hectáreas compradas por su padre en la época de la dictadura de Stroesner, cuando el Estado paraguayo remataba tierras al mejor postor. Cualquiera se hacía agropecuario en esa época. Ese pasado, contado en dos frases en off arriba del auto, se vuelve presente para que el espectador sienta en carne propia los avatares que sufre el protagonista para poder disponer de su propiedad.

Incalcaterra se ha referido a este hecho expresando que su intención primera “era devolver esa tierra al pueblo Guaraní-Ñandeva, habitantes originarios de la llamada selva Impenetrable. Prontamente descubriría que mi propio espacio era inaccesible, impenetrable, debido al negocio de los latifundistas que habían revendido no sólo mi tierra heredada, sino miles y miles de quilómetros de monte virgen para su sobreexplotación. Casi, sin quererlo, me ví en medio de una cruzada contra grandes capitalistas, políticos y burócratas para tratar no sólo de recuperar lo que por derecho era mío, sino también para poder fundar “Arcadia” una reserva protegida para el futuro. Esta es la crónica de esa lucha. Esta es la crónica de una lucha por el futuro nuestro. En un sistema dominado por la economía, descubrí un espacio para una idea diferente de aquella que ve la tierra como un bien que se posee y se explota, donde las vidas humanas ya no tienen valor.”

Aquí está la clave genial de “El impenetrable”. La espada y la pared. Danièle no quiere estas tierras, pero son suyas, y tampoco las quiere regalar. Todo lo que sucede a continuación, brillantemente documentado, es convidar a ser testigo de una gesta. Casi una quijotada contra los molinos de la burocracia.

Es poco frecuente ver una obra autoreferencial que genere estos climas. Usualmente uno imagina un documental como algo con lo que se cruza haciendo zapping televisivo un domingo a la tarde, cuando ya no hay nada para ver. Lograr un interés inmediato por lo que sucede está más allá del tema per sé. Se impone entonces la forma, virtud fundamental de esta película, que por más de un motivo genera tensión, impotencia y repulsión por los aparatos prehistóricos (pero aún vigentes) del Estado.

El realizador logra hacer del pasado un sufrido presente. Bien vale la pena buscarla el en cine. No se la pierda.