El Impenetrable

Crítica de Hugo Fernando Sánchez - Tiempo Argentino

El registro de una pesada herencia

Contado en primera persona, el documental narra los caminos que tuvo que recorrer Daniele Incalcaterra para devolver una enorme porción de terreno de los pueblos originarios. El intento de cierre de un conflicto.

Veinte años después de su muerte, mi padre sigue envenenándome la vida." La declaración del comienzo de El impenetrable corresponde a Daniele Incalcaterra (Fasinpat. Fábrica sin patrón, Contr@site, Tierra de Avellaneda), director del film e hijo de Ángel Incalcaterra, un diplomático italiano que durante la dictadura de Alfredo Stroessner compró a precio vil 5000 hectáreas de tierra en el Chaco paraguayo. El documental es entonces el registro de la odisea de Incalcaterra de devolver esa enorme porción de terreno a los pueblos originarios, pero además, la constatación de que las herencias no sólo comprenden aspectos materiales, sino que, por sobre todo, son un fuerte legado moral.
Incluido en la Competencia Oficial del Festival Internacional de Cine de Mar del Plata que finalizó el domingo pasado y ganador del premio del público, El impenetrable es un documental contado en primera persona sobre la intención de ceder esas tierras, pero pronto se convierte ahí, sobre el terreno, en un registro de la corrupción, el poder de los latifundistas, las empresas petroleras y los intereses cruzados para que la donación no se produzca.
Acompañado por Jota, un ornitólogo que conoce la región como pocos, Incalcaterra intenta llegar a sus tierras, echarle un vistazo. Nunca lo logra. Lo primero que constata es que los caminos de acceso a la propiedad están cerrados: guardias armados y tranqueras con candado tienen una contundencia real por sobre cualquier título de propiedad.
Lo que sigue es un recorrido por los laberintos de la justicia, por los registros catastrales antiguos, actuales, falsificaciones, ventas dobles, una tarea detectivesca que le da al relato un ritmo de amarga película de aventuras sobre el estado de un país o al menos de una región, dominada por el poder de las corporaciones.
Pero además, la película siempre sostiene la carga del propio Incalcaterra sobre quién fue su padre. Sin dar detalles sobre el pasado familiar, su pelea para primero donar las tierras a sus habitantes y luego decidiéndose por la creación de Arcadia, una reserva natural –el ex presidente Fernando Lugo firma el decreto–, el cansancio, el rictus amargo que muestra en pantalla el protagonista-director, es en definitiva el intento de desprenderse o al menos dar un cierre a una relación conflictiva, qué sin dudas, lo persigue desde hace décadas.