El imaginario mundo del Doctor Parnassus

Crítica de Rocío González - Leedor.com

Existen al menos tres constantes en la filmografía de Terry Gilliam que lo convierten en un Autor. La primera es el cruce entre lo fantástico y lo real. Sus películas están situadas a medio camino entre este mundo moderno, caótico y corrupto, lleno de hastío, y un mundo fantástico, pletórico de imágenes y sensaciones. Un mundo donde lo mítico es moneda corriente, donde lo atemporal habla de la esencia del hombre.

La segunda característica es la idea de Sacrificio: para obtener el objeto más preciado de nuestro deseo debemos renunciar a él. Allí radica una contradicción fundamental y es uno de los motivos por el que las películas de Gilliam son objeto de culto.

Y finalmente la tercera, casi a caballo de la primera, es que la Ficción sostiene lo Real. Son los relatos que nos contamos los que sustentan nuestra realidad. La palabra es una potencia creadora. El lenguaje (oral, visual, sonoro…) no es un desdoblamiento del mundo, sino el acto de creación del mismo.

En El imaginario… estos tres elementos están presentes y en abundancia. Parnassus (Christopher Plummer) es un nómade, que junto con su hija Valentina (Lily Cole), Anton (Andrew Garfield) y Percy (Verne Troyer), montan un espectáculo de feria al mejor estilo teatro medieval. El show requiere que alguien de la audiencia atraviese un espejo que lo lleva a un mundo imaginario (controlado por el Doctor) que le muestra lo que más anhela. Allí deberá elegir entre dos caminos: uno lo lleva a un lugar de iluminación, el otro lo lleva a su autodestrucción. Los que eligen este segundo pasaje, lo hacen bajo la influencia del Sr. Nick (Tom Waits), alias el Diablo, quien ha concedido a Parnassus su inmortalidad a cambio de que le entregue a su hija cuando ésta cumpla los 16 años.

Ya a punto de cumplirse el plazo, el Sr. Nick le ofrece al Doctor una apuesta: el primero que recolecte cinco almas antes del cumpleaños se queda con Valentina. Entretanto, los trovadores encuentran colgando de un puente a Tony (Heath Ledger), quien tiene un pasado oscuro con una entidad de beneficencia para niños. Tony ayudará de manera un tanto dudosa al grupo del Doctor a juntar las cinco almas.

Probablemente lo que más se recordará de este film es el hecho de que el actor Heath Ledger murió durante su filmación, obligando a Terry Gilliam a introducir una serie de modificaciones en el guión – cada vez que Tony ingresa al Imaginarium su rostro cambia. De esta manera, la película cuenta con las participaciones de Johnny Depp, Jude Law y Colin Farrell en el mismo rol.

Una nota interesante es el hecho de que la banda de sonido fue hecha por el mismo Terry Gilliam. La música, como siempre en los films de este director, es fundamental. El viraje al jazz o blues cada vez que aparece en escena el Sr. Nick, la cacofonía en la presentación del espectáculo de feria, son elementos que construyen, junto con los efectos visuales, estos mundos fantásticos del ex integrante de los Monty Python.

Las actuaciones son impecables, al igual que el guión. Quienes amen los films de este director encontrarán todos los elementos que son objeto de fascinación: la relación entre amistad y enemistad que sostienen el Doctor Parnassus y su némesis el Sr. Nick, los desdoblamientos de Tony, la figura de la mujer representada por Valentina – que conjuga a todas en una (la niña, la seductora, la vengativa, la comprensiva, la hija, la madre, la esposa…)

Se puede decir con toda seguridad que en El Imaginario del Dr. Parnassus, Terry Gilliam hace una síntesis de su carrera como guionista y director. Y no nos defrauda.