El imaginario mundo del Doctor Parnassus

Crítica de Hugo Zapata - Cines Argentinos

La gran paradoja de este estreno es que si Heath Ledger no hubiera fallecido este trabajo de Terry Gilliam hubiera terminado directamente en los videos clubes.
No es que sea una producción mala pero es raro en estos días que un estudio norteamericano se arriesgue a exhibir internacionalmente este tipo de obras que tienen un público sumamente limitado. No es un film para todo el mundo.
Lo que ocurrió recientemente con el último trabajo de Spike Jonze (Donde viven los monstruos), que no se desarrolló dentro de lo que son las fórmulas comerciales refritadas es un claro ejemplo de este tema. En muchos países Warner la mandó directamente a video.
Hay que acostumbrarse.
Si la película es original y distinta puede terminar en dvd.
El imaginario mundo del Doctor Parnassus es uno de los filmes más lisérgicos y bizarros que se estrenaron en Argentina en mucho tiempo, donde el director Terry Gilliam ofrece una experiencia única que ni siquiera se puede comparar con otros trabajos de él.
Si bien tiene algunos puntos en común con lo que fueron Las aventuras del Baron Munchausen y algunos de sus filmes con el grupo Monty Pitón, Parnassus llevó su locura creativa a otro nivel.
Queda claro que de no haber sucedido la tragedia de Ledger, la película hubiera sido mucho mejor. Acá Gilliam más que presentar su verdadera visión de Parnassus lo que hizo fue completar la producción de la mejor manera posible para que la última interpretación de Heath no quedara en la basura.
Si bien el principal protagonista en la historia es Christopher Plummer, quien interpreta a al personaje principal, Ledger estuvo a cargo de un rol secundario que cobra importancia con el transcurso de la trama.
La realidad es que antes de morir el actor llegó a filmar bastantes escenas y es genial que de ese material el director creó este gran tributo para quien fue uno de los artistas jóvenes más importantes que surgieron en los últimos años.
Por eso también es un poco triste ver Parnassus, ya que si bien el trabajo de Ledger tampoco está a la altura de su memorable Guasón, es clarísimo que el tipo iba a camino a convertirse en uno de los mejores actores de su generación. Era uno de los buenos.
La trama es un oscuro cuento de hadas, que al menos desde mi experiencia, me remitió bastante a las historias locas que Neil Gaiman escribía para la serie de cómic The Sandman, donde te encontrabas con personajes y lugares imaginarios que nunca viste en ninguna otra historia.
Gilliam le encontró la vuelta de manera original a la trama para que los reemplazos de Johnny Depp, Jude Law y Colin Farell quedaran bien conectados con el conflicto.
Aunque Farell está un poco más en escena que el resto, los tres hicieron un gran trabajo con una tarea que no era para nada sencilla, ya que en poco tiempo tenían que continuar con sus interpretaciones el personaje que había construido Ledger.
De todas maneras, la gran estrella del reparto es Tom Waits, quien se come la película con su soberbia e inolvidable interpretación del Diablo.
Un personaje perfecto para él al que le sacó el jugo. Las escenas que tiene con Plummer son fantásticas.
Las secuencias de efectos especiales estuvieron muy bien logradas (pese a que el director no contó precisamente con el presupuesto de Avatar) y logran transportarte a esos mundos surrealistas creados por Gilliam.
El problema de Parnassus está en la trama, donde la muerte de Ledger, claramente obligó al director a ir por otros caminos que tal vez no tenía pensado cuando concibió este proyecto.
No todo lo que se ve tiene un sentido argumental y todo el simbolismo que despliega Terry a lo largo de la película hacen que el film sea mucho más complejo de lo que parece.
El cuento es algo caótico y confuso por momentos y no todo el mundo va a salir encantado con esta propuesta. Sin embargo, para quienes busquen disfrutar de una experiencia totalmente distinta a la que ofrecen la mayoría de los estrenos por estos días, la nueva película de Gilliam merece su visión.