El ídolo

Crítica de Jorge Luis Fernández - Revista Veintitrés

Es el año 2005 en la franja de Gaza. El pequeño Mohammed y su hermanita Nour tienen una banda de música con la que entretienen a los vecinos del barrio. Mohammed tiene una hermosa voz, y Nour se desempeña bien con una guitarra de juguete. Al cabo de un tiempo, hacen lo posible por conseguir dinero para comprar instrumentos musicales de verdad; cuando los consiguen, tocan en fiestas, en la calle, y un día Nour se desvanece. Se le pronostica una disfunción renal que requiere diálisis o un nuevo riñón, pero el futuro parece difícil para toda la familia y genera una profunda depresión y desesperación en Mohammed.
Toda esta primera parte es de un lirismo impar, con un carisma de los chicos a prueba de balas, coronado por una excelente fotografía suburbana. Luego, el film hace un giro a 2012. La banda ya no existe y Mohammed se gana la vida como conductor de taxi, pero no ha abandonado sus sueños de ser cantante. Por entonces, la franja de Gaza es objetivo del bombardeo israelí y Mohammed aspira a escapar del lugar. Del otro lado, en la palestina Ramallah se realiza el concurso televisivo Arabian Idol y el muchacho junta a algunos músicos para competir, pero como no puede cruzar la frontera tocan en vivo y la performance se transmite al programa mediante Skype.
En medio de la tragedia, ocurre una secuencia de humor: los israelíes han cortado el suministro eléctrico y Mohammed tiene que contratar un generador para tocar, pero el generador entra a funcionar mal y la actuación se ve interrumpida por una cortina de humo. Pese a los traspiés, Mohammed consigue llegar a la final junto a otros dos participantes. Aquí la película hace un giro de registro: basada en hechos reales, la cinta abandona a los actores y narra la final con material de archivo. Mohammed es una estrella en Palestina, y sus fans siguen la final desde la calle con un entusiasmo sólo comparable al de la final de un mundial de fútbol.
Emotiva, simpática y tierna, rara vez cayendo en el melodrama, El ídolo entretiene y es también válida como registro de la vida en un lugar al que Occidente tiende a dar la espalda.