El hombre solitario

Crítica de Lucía Roitbarg - EscribiendoCine

Bastardo sin Gloria

Un hombre solitario (Solitary Man, 2009) está sostenido principalmente por la caracterización que realiza Michael Douglas de este sujeto particular que no acepta el paso del tiempo. La clave, entonces, es enfocarse en su protagonista. Sus dos directores, Brian Koppelman y David Levien, conciben así un film de cierto intimismo tragicómico con sólo algunos toques de producto hollywoodense, y con participaciones de calidad como la de Susan Sarandon y Dany DeVito en roles secundarios pero no menores.

Ignorar y negar. Esa es la actitud compulsiva de Ben, el personaje de Michael Douglas. Al comenzar el film, su médico le vaticina una enfermedad cardíaca, pero él prefiere no pisar nunca más un consultorio a realizarse los estudios correspondientes. Seis años después, su vida es la de un hombre cincuentón que se niega a aceptar el paso del tiempo, pidiendo a su nieto que lo llame papá y no abuelo, seduciendo a mujeres menores de 20 años y minimizando los consejos de su ex esposa sobre su dieta alimenticia.

Inescrupuloso tanto en los negocios como en la vida, en vez de generar una relación paternal con la hija de su novia, la seduce y se acuesta con ella. Pero como no siempre las cosas salen bien, aquello que Ben también ignora es que todo lo que hace o le hace a los demás tiene sus consecuencias y que todo, en algún momento, vuelve. Su vida comienza entonces, a partir de allí, un duro y, por supuesto, solitario descenso.

Existe un recurso en el grotesco, género teatral popularizado por Armando Discépolo, llamado caída de la máscara. Es el momento en el cual el personaje toma conciencia de lo que es. Esto suele ser su ridiculez y su patetismo; algo que todos a su alrededor ya reconocían con anterioridad. Ben percibe su propio tiempo, en el cual continúa siendo el galán universitario, el empresario exitoso que alguna vez fue tapa de la revista Forbes, el treintañero cuya salud no representa un obstáculo para continuar con su adolescente estilo de vida.

Su hija, su yerno, su ex mujer y hasta las mismas mujeres que conquista intentan devolverle otra imagen, muy distinta a la que él percibe de sí mismo, pero él permanece inmune a cualquier mensaje. Es innegable que su comportamiento frente a la vida despierta cierta tristeza (tanto a sus familiares y amigos como a los espectadores) pero con ciertas dudas al respecto también. El verdadero motor del film es el camino de debe recorrer Ben para reencontrarse con su presente y con su verdad, que dada su facilidad para evadirlos, será más bien un fuerte golpe que un encuentro.

Son contadas las veces que Holywood se atreve a dejar de lado el suspenso, la acción, los efectos especiales, o el sexo para darle espacio a historias que buscan apelar al espectador desde otro lugar. Sin grandes pretensiones, Un hombre solitario muestra un film con aspiraciones comerciales pero sin grandes concesiones argumentales.