El hombre que conocía el infinito

Crítica de Sergio Del Zotto - Visión del cine

Un año después de su estreno, llega a la Argentina la nueva película de Jeremy Irons. El hombre que conocía el infinito.
Biopic sobre Srinivasa Ramanujan, un matemático indio con escasa formación académica, que desde Madrás emprende un viaje hacia Inglaterra, para ingresar en el Trinity College de la Universidad de Cambridge, donde es admitido por Gordfred H. Hardy, quien era considerado el mejor matemático de su tiempo en Reino Unido. Será este quien lo impulse a probar sus teorías sobre números, que a pesar del genio del indio, eran en algunos casos, pura intuición.

Cabe preguntarse si una película sobre una persona con un gran coeficiente intelectual puede por sí sola resultar interesante. Sobre todo tratándose de alguien que trabajaba sobre ecuaciones modulares y teoremas. Consiente de este riesgo, Matt Brown, quien dirige este film, centra su trabajo en el origen literario del guión en que se basa la película, el libro The man who knew infinity, de Robert Kanigel, haciendo foco en los prejuicios raciales de una institución tan conservadora como la Universidad de Cambridge, con la primera guerra mundial como telón de fondo, salpicado con la aparición de algunos personajes secundarios celebres, como el filosofo Bertrand Russell y John Littlewood, quien fuera colaborador de Hardy. Suma además algunos ingredientes de contraste en un ambiente agnóstico, como la religiosidad ortodoxa de Ramaujan y la esposa que dejó en India (la película no lo menciona, pero cuando Ramanujan tenía 22 años se casó con una niña de 10) pero deja algunos cabos sueltos como la sugerida homosexualidad de Hardy, quien al principio de la película declara un ambiguo enamoramiento sobre Ramanujan.

El hombre que conocía el infinito puede ser el resultante de la ecuación de sumar Good Will Hunting, más Una mente brillante, La teoría del todo y Código Enigma, es decir, genio incomprendido, no reconocido del todo en su momento, más perseverancia cuando se tienen orígenes humildes. Genios puede haber en todos los estratos sociales, mientras tanto, resulta extraño que el cine no haya intentado hacer una biografía sobre Isaac Newton, sobre todo teniendo en cuanta que en esta película se muestra un descendiente del célebre manzano conservado a un costado de la puerta principal del Trinity College, bajo el cual a Isaac se le habría ocurrido la ley de la gravedad.

En la larga tradición de películas de campus universitario británico en la que los hombres deambulan diciendo frases grandilocuentes como: “Las matemáticas no sólo poseen la verdad, sino cierta belleza suprema” dicha por Bertrand Rusell. En El hombre que conocía el infinito, todo tiene la pátina de un elegante acento británico. Pero se agradece que parte de ese encanto esté en manos de magistrales actores, sobre todo la vuelta a la gran pantalla del gran Jeremy Irons, con destacado lucimiento de Dev Patel y lujosos secundarios como Toby Jones, Jeremy Northam y Stephen Fry.

El hombre que conocía el infinito es de esa clase de películas que acercan al gran público a un personaje desconocido, pero que abre la puerta a quien quiera saber más sobre el recorte a veces engañoso de los films que llevan el mote: “basado en hechos reales”.