El hombre más buscado

Crítica de Fredy Friedlander - Leedor.com

El notable talento del trágicamente desaparecido Philip Seymour Hoffman
La primera escena de “El hombre más buscado” (“A Most Wanted Man”) produce una sensación de tristeza al ver a Philip Seymour Hoffman en su film póstumo. Su trágica desaparición con apenas 46 años nos privará de la presencia de uno de los más extraordinarios actores contemporáneos, premiado con el Oscar por su magnífica actuación en “Capote” hace nueve años.
Prueba de su versatilidad es el personaje de Gunther Bachmann, que aquí interpreta, en la versión cinematográfica de la 21º novela de John Le Carré y 9º en ser llevada al cine. David John Moore Cornwell, tal el auténtico nombre del novelista inglés nacido en 1931, empezó a escribir hace algo más de medio siglo cuando a la sazón pertenecía al cuerpo diplomático británico. El agente Smiley por él creado estuvo en algunas de las más célebres de sus novelas adaptadas al cine: “Llamada para el muerto”, “El espía que vino del frío” (en cine “Alto espionaje” de Martin Ritt) y “El topo”. Otras célebres obras que fueron filmadas son “La casa Rusia”, “El sastre de Panamá” y “El jardinero fiel”.
La que ahora nos ocupa del 2008 no es la última ya que el prolífico escritor de obras de espionaje y suspenso nos ofreció dos más recientes (“Un traidor como los nuestros”, “Una verdad delicada”), que quizás logren tentar a algún productor en un futuro no muy lejano.
“El hombre más buscado” está ambientada en Alemania y sus personajes incluyen diversas etnias no sólo germanas como es el personaje de Hoffman, de su asistente Irma (la gran Nina Hoss, actriz predilecta de Christian Petzold) y del banquero Tommy Brue (Willem Dafoe) sino también mitad chechena mitad rusa del refugiado Issa Karpov o norteamericana en el caso de la agente Martha Sullivan (Robin Wright). El idioma en que se expresan los personajes centrales es el inglés (evitando el doblaje) pese a que transcurre en Hamburgo y Berlin. El notable reparto incluye a la sorprendente Rachel McAdams (“Sherlock Holmes”, “Medianoche en Paris”) en el rol de la abogada Annabel Richter de una ONG defensora de derechos humanos, que intenta proteger a Karpov. Desaprovechado aparece Daniel Bruhl (“Goodbye Lenin”), uno de los pocos actores alemanes que prácticamente no habla en toda la película, pese a sus reiteradas apariciones como uno de los que escucha conversaciones (al mejor estilo de “La conversación”).
Todo gira alrededor del inmigrante ilegal cuyo padre amasó una fortuna de manera “non sancta” y que intenta que el dinero sea donado a entidades sin fines de lucro y en su mayoría árabes. Ello explica la intervención de las agencias de seguridad y antiterroristas alemana y norteamericana. No es casual que el escenario central del film sea Hamburgo desde donde Al Qaeda planeó el trágico 11 de setiembre del 2001 en Nueva York y el perfecto aprovechamiento de la ciudad, su puerto y el famoso barrio nocturno de St. Pauli.
Dirigió el holandés Antón Corbijn que ya tenía en su haber dos largometrajes anteriores (“Control”, “El ocaso de un asesino”). Se trata de una típica producción europea, lo que se nota en un ritmo bastante más pausado que el que se le hubiera impreso de ser norteamericana.
Pero quedará además en el recuerdo de la que fue una de las más brillantes interpretaciones de Philip Seymour Hoffman quien nos dio también “La duda” en el rol del padre Brendan Flynn, junto a Meryl Streep, “El juego de la fortuna” acompañando a Brad Pitt y nuevamente a Robin Wright y “The Master” como Lancaster Dodd.
En una entrevista de 2009, Rachel McAdams afirmó que su actor favorito era Hoffman, sin sospechar que cinco años después actuarían juntos. Lo que tampoco imaginó es que ésta sería la última película del notable actor, cuya prematura desaparición tanto se siente.