El hombre invisible

Crítica de Nicolás Pratto - Funcinema

LO QUE NO VES, PUEDE LLEGAR A SER

El cine de terror, al igual que la comedia, han sido vehículos para realizar comentarios políticos y sociales. Dos géneros denostados desde un principio. Seguramente, porque desde la solemnidad no se puede considerar que uno puede llegar a la reflexión mediante la risa o el miedo. Ignorando aquella frase de Howard Hawks donde decía que el cine tiene 10 reglas, y 9 son entretener. A lo mejor, mediante aquellos dramones, uno puede captar aquella frase que se repite con dichas películas: “tiene un mensaje”. Obras que apelan al golpe bajo, las nominaciones y que finalmente terminan siendo olvidadas.

Pero el género que nos convoca aquí es el terror llevado a un terreno de thriller. La película “inspirada” en la novela de H.G. Wells, que tiene la versión más reconocida de los 30’s de James Whale y la de Verohoeven en el 2000. Universal, tras haber fallado en su intento de emular a Marvel, con su “Dark Universe”, recurre a la opción B de seguir a DC con Joker. Una película que no intenta generar una puerta a otros personajes, teniendo una libre interpretación de construcción, y un presupuesto para nada exorbitante. Cayendo en las buenas manos de la productora Blumhouse, que junto a A24, van marcando la agenda del género.

El hombre invisible inicia con una gran secuencia de suspenso, donde plantea los puntos hacia donde se dirigirá la película. Cecilia (Elisabeth Moss) huye de la casa de su pareja, tras años de abusos, principalmente psicológicos. A pesar de que está dormido, la idea de su presencia de alguna manera se mantiene en los pensamientos de Cecilia. Pensamientos que la acompañarán pese a lograr el escape, gracias a la ayuda de su amiga. Iniciando, según los amigos que la rodean, una paranoia sobre una persona que ya no puede hacerle daño.

La presentación del terror de manera visible, ahora llevada a lo que escapa de nuestros ojos. Leigh Whannell dirige en base a trabajos anteriores que ha hecho junto a James Wan, principalmente referido a lo paranormal (Insidious). Haciendo del terror un in crescendo, sumado a la buena actuación de Moss que desde su rostro, uno entiende todo. Además, la banda sonora que no trata de producir saltos e incluso por momentos calla. En palabras de Bernard Herrmann conversando con Hitchcock: “La música viene de donde uno pone la cámara”. Y en el caso de la composición de Benjamin Wallfisch, lo que podemos ver.

Los monstruos van cambiando, reinterpretando miedos que nos acompañan desde el inicio de la humanidad. Los clásicos de la Universal, basándose en las obras literarias de Bram Stoker, Mary Shelley y el mencionado H.G Wells, pueden tener el rostro de Drácula y Frankenstein. Figuras que en nuestra infancia hacían que nos ocultáramos bajo las sábanas, pero al crecer dichos miedos evolucionan a lo que no vemos pero podemos sufrir: el acoso, no sentirse entendido, el prejuicio, perder el control sobre uno mismo. Miedos que están distribuidos de manera acorde en El hombre invisible.