El hombre invisible

Crítica de Alejandro Franco - Arlequin

Estudios Universal: la tierra de los Monstruos mas Famosos de Hollywood. Drácula, Frankenstein, el Hombre Lobo, la Momia, el Hombre Invisible… el Monstruo de la Laguna Negra. Entre la década del 30 y la del 50 arrasaron en taquilla hasta que el exceso de secuelas dejó de hacerlos atractivos. Terminaron peleándose entre ellos en publicitados monster bash o participando de las comedias mediocres de Abbott y Costello hasta que terminaron por salir de circulación por el escaso atractivo de taquilla producido por la saturación. Saltemos a la primera década del segundo milenio: Marvel comienza a arrasar en la taquilla y se anota un poroto enorme con Los Vengadores (2012), un crossover de personajes presentados en varias películas previas, una apuesta cuyos resultados dieron generosos dividendos. Todos los productores de Hollywood se excitaron y comenzaron a planear sus propios universos cinematográficos – Sony con el Hombre Araña y todos los villanos de su saga para llegar eventualmente a un crossover con The Sinister Six, cosa que ahora sí parece posible después del éxito en solitario de Venom; Netflix en asociación con Marvel tomó los héroes callejeros neoyorkinos de la editorial y terminó con The Defenders; Warner / DC quiso hacer lo mismo con los personajes de DC pero el apuro y la falta de coordinación lo hicieron fracasar en La Liga de la Justicia (hasta que vino gente de afuera con una mirada fresca y reencaminaron la saga, enfocándose en películas individuales mas que en universos compartidos); incluso hubo gente que reflotó a los monstruos de la Toho (los que sí tenían un universo cinemático compartido desde hace mas de 50 años) y lanzó su saga de Godzilla & friends con resultados que van de lo excelente a lo pasable -, y la Universal no quiso quedarse atrás. Primero probó con la injustamente menospreciada Dracula Untold, y luego se lanzó con el desastroso reboot multiestelar de La Momia (cuanto menos hablemos de la horrenda El Hombre Lobo, mejor). No se trata de contratar estrellas ni de convertir a los monstruos en una especie de superhéroes oscuros. Se trata de recuperar su esencia: bichos que te asustan y se convierten en la peor de tus pesadillas.

Entra Jason Blum a escena, un tipo que está construyendo un imperio con películas de terror de bajo presupuesto, total libertad creativa y productos que en su mayoría rinden en la taquilla y obtienen muy buenas críticas. El tipo le propone un nuevo acercamiento al universo de los Famosos Monstruos al estudio y se trae a Leigh Whannell, un tipo que sabe de sustos con su sociedad imbatible con James Wan que ha dado a luz Saw, Silencio desde el Mal, El Conjuro, Insidious… Ahora Wan se ha vuelto mas mainstream y Whannell – libretista desde siempre – está haciendo sus primeros pininos como cineasta. Ahora tiene un enfoque nuevo pero no para Drácula o Frankenstein sino para un monstruo secundario del panteón: el Hombre Invisible. En lugar de convertirlo en un criminal demente que quiere apoderarse del mundo, prefiere ceñirlo a una historia mas íntima y efectiva: la del esposo sicópata que no puede dejar de acosar a su sufrida esposa… por el medio que sea.

Whannell no reinventa la rueda sino que simplemente adapta Durmiendo con el Enemigo (1991) (la de Patrick Bergin acomodando compulsivamente toallitas en el baño) a su enfoque, solo que el marido sicópata ahora es Tony Stark, un genio multimillonario que ha hecho maravillas en el campo de la óptica y ha diseñado un traje lleno de cámaras que retransmiten el fondo y le permiten ser invisible. Simulando su muerte, el tipo se dedica a acosar a su mujer, hasta el punto de hacerla encerrar en un manicomio. ¿Quién va a creer que su esposo muerto la acosa y que, encima, se ha vuelto invisible?.

Si el filme es efectivo es porque Elisabeth Moss es una actriz de lujo. Tiene un rango enorme y puede ir desde la mas devastadora crisis de nervios hasta el polo opuesto, demostrando inteligencia y frialdad. El escape de la mansión de su esposo, su refugio en la casa del novio de su hermana, la paranoia de que un tipo tan sádico y abusivo como su marido puede aparecer de un momento a otro en la puerta de la casa… da lugar a escenas completamente electrizantes y uno puede palpar el horror en el rostro de la Moss. Y cuando los sucesos paranormales ocurren (porque, ¿qué otra explicación puede haber?; o es un fantasma o a la Moss se le chifló el moño e imagina cosas), uno pega flor de repingo. Whannell dirige al estilo de Actividad Paranormal o, mejor aun, como la escena de la enfermera de El Exorcista III (considerada oficialmente la escena mas shockeante de la historia del cine según una tonelada de encuestas), con cámara fija en un punto durante demasiado tiempo y algo imperceptible que se mueve en el fondo… o que no pasa nada y cuando la cámara regresa con la Moss hay una revelación espeluznante. Con cero música, solo sonidos ambientales, es un prodigio de suspenso.

Me gustó todo lo que tiene El Hombre Invisible: el clima, las perfomances, la locura, la mutación de Elisabeth Moss de víctima desamparada a princesa guerrera, las revelaciones. Hay algunos sustos pero no es el gran filme de terror como El Conjuro o Insidious; en cambio está plena de clima y posee grandes revelaciones, y el final definitivamente me encanta. Ok, si uno lo analiza con ojo crítico y busca el realismo verá que todo es muy rebuscado, pero es la habilidad de Whannell como director para entretenerte lo suficiente sin que vos le veas los costurones. Y al final termina dando a luz algo sólido, chiquito, eficiente y creativo, un enfoque novedoso sobre un personaje que parecía restringido a los mismos mecanismos narrativos de la historia original. Si esto es el inicio de una nueva etapa de la Universal con versiones minimalistas y mucho mas intimas de Frankenstein, Drácula y otros monstruos, bienvenido sea. Me encantaría ver una versión de Frankenstein de Whannell con un marido desesperado por recuperar a su esposa muerta y creando un adefesio hecho de cadáveres… tomando la idea de base de la leyenda y aplicando un criterio mas moderno, intimo y con el cual el público pueda sentirse identificado. Algo similar a lo que ocurre con Elisabeth Moss y la audiencia, en donde cada triunfo de la sufrida heroína es digno de un aplauso de pie.