El hombre del futuro

Crítica de Ricardo Ottone - Subjetiva

Al principio de El hombre del futuro, hay un viaje, o más bien dos viajes que finalmente confluyen en uno. El de Michelsen (José Soza), un viejo camionero que entre sus colegas tiene status de leyenda y que a esa altura de su vida está solo y enfermo, y el de Elena (Antonia Giesen), su hija, una joven aspirante a boxeadora que está tratando de encontrar su lugar en el mundo. Michelsen es jubilado a la fuerza y enviado en un último viaje a Villa O’Higgins, última parada para los camioneros, considerada entre estos como el fin del mundo, lo cual le agrega al viaje cierto carácter final. Elena es enviada a una pelea de exhibición en otro pueblo del sur de Chile, viaja sola haciendo dedo para llegar a su destino. Hace años que padre e hija no se ven y aunque ambos han mantenido en secreto el anhelo de reencontrarse, no se atrevieron a hacerlo hasta ahora.

En este primer viaje Michelsen levanta en la ruta a Maxi (María Alché) una autoestopista argentina. A Elena la acerca Alamiro (Roberto Farías), otro camionero, que conoce a Michelsen y reconoce aquí a su hija. Ambos compañeros de ruta, cada uno por su lado, tratan de sacarle algo de su historia a los bastante parcos Michelsen y Elena, y ambos personajes funcionan en parte como reflejo de aquellos a quienes sin admitirlo los protagonistas están buscando, como ensayos de ese otro encuentro. Padre e hija viajan en paralelo pero en esas rutas y esos pueblos del sur puede estar la posibilidad de que esas paralelas se toquen, que ambos se encuentren y arreglen algunas cuantas cosas que tienen pendientes.

El primer largo de ficción del chileno Felipe Ríos Fuentes es una suerte de Road Movie crepuscular (otro ejemplo que viene a la mente es el de Una historia sencilla de David Lynch, que también tenía como meta un reencuentro, en aquel caso entre hermanos). Para Michelsen es su último viaje que se transforma a su vez en la posibilidad de otro cierre, de enfrentarse a los errores de su pasado y lograr ese encuentro con su hija siempre pospuesto y también temido. Para Elena es también una despedida porque se va del pueblo y, luego de la pelea, también del país ya que planea cruzar hacia Argentina. Por lo tanto el viaje para ella es la posibilidad de un cierre, de un encuentro, pero también de empezar de nuevo. De algún modo ambos necesitarán de esa circunstancia particular para poner las cosas a mano y, sobre todo en el caso de ella, para seguir adelante.

José Soza y Antonia Giesen le ponen el cuerpo a ambos protagonistas. Sus personajes son parcos, desconfiados, no quieren mostrar sus sentimientos y mucho menos sus vulnerabilidades. Se les nota que están golpeados, que han sufrido y no quieren reavivar sus heridas. Personajes solitarios, acostumbrados arreglárselas por su cuenta sin pedir ayuda y que incluso se les hace difícil aceptarla cuando alguien se las ofrece. Ambos actores logran la tarea de reflejar todo esto en una actuación contenida que esconde y a la vez deja entrever sus emociones, hablando poco y expresando mucho con sus rostros. La muy bella fotografía de Eduardo Bunster aprovecha la expresividad de estos rostros y también la del paisaje del sur de Chile, un paisaje frío, húmedo y neblinoso que sirve como contexto ideal a esta historia de encuentros y desencuentros. Se trata de una película que es como sus personajes: sobria, seca, austera, pero que con sutileza puede, a la vez, ser profundamente emotiva.

EL HOMBRE DEL FUTURO
El hombre del futuro. Chile, Argentina. 2019
Dirección: Felipe Ríos Fuentes. Elenco: José Soza, Antonia Giesen, María Alché, Roberto Farías. Guión: Felipe Ríos Fuentes, Alejandro Fadel. Fotografía: Eduardo Bunster. Montaje: Nicolás Goldbart, Valeria Hernandez. Dirección de Arte: Amparo Baeza. Director de sonido: Catriel Vildosola. Música original: Alejandro Kauderer. Producción: Giancarlo Nasi. Co-producción: Agustina Llambi Campbell, Fernando Brom. Producción ejecutiva: Giancarlo Nasi, Fernando Brom, Agustina Llambi Campbell, Catalina Vergara, Fernando Bascuñán, Pablo Sanhueza. Distribuye: Compañía de Cine. Duración: 96 minutos.
Salas: Lepoldo Lugones del Teatro San Martín, Cine Select de La Plata, Showcase Norte, Showcase Córdoba, Cine Universidad de Mendoza y Sala Orestes Caviglia de Tucumán.