El hombre de los puños de hierro

Crítica de Martín Torres - Fuera de campo

Por definición un cadáver exquisito es un juego que implica la creación aleatoria de un argumento o historia en donde distintas personas adhieren palabras o conceptos sin saber qué propondrán los otros miembros del juego. Allá por los años 20, esta técnica se convirtió en una constante para varios realizadores surrealistas. De la retorcida mente de Salvador Dalí y Luis Buñuel surgió la célebre Un perro andaluz que precisamente había sido creada a base de distintas ideas incongruentes entre sí. Ahora bien… ¿Qué tiene que ver todo esto con El hombre con los puños de acero? Por lo absurdo de su trama, en un principio parece ser el fruto de un cadáver exquisito, pero luego más bien parece uno de esos chistes de “¿Qué tienen en común un rapero, un vaquero británico, el kung fu, china feudal y Quentin Tarantino?” La respuesta es esta película. Y el chiste es desastroso.
Entre el grotesco y la vergüenza ajena este falso collage oriental consigue ser insultante en muchos niveles. El rapero RZA (protagonista, guionista, productor y director del film) es el absoluto responsable de esta insoportable imitación bastarda y adulterada de eso que Tarantino sabe hacer mucho mejor. El problema es que aquí prepondera el homenaje y las referencias al cine explotation que parece intentar cubrir una absoluta inconsistencia argumental. Si tuviéramos que abstraer la trama a lo más básico y escueto que pudiéramos diríamos que se trata sobre una venganza. Y si se nos exigiera desarrollar la historia un poco más también diríamos que es una venganza… El hombre con los puños de hierro debe ser uno de los pocos casos en los cuales la sinopsis, el tratamiento por escena, el arco dramático de los personajes y el guión son peligrosamente similares y breves entre sí (suponiendo que haya un guión, claro).
Siempre habrá aquellos que intenten justificar que el género del film o la intención del mismo es la de causar gracia y que no debe de tomarse en serio, pero no es un problema de mala interpretación. Resulta absolutamente imposible tomarse en serio un producto como este, de la misma manera que es difícil disfrutarlo como parodia u homenaje. Por momentos parece una caricatura al mejor estilo Dragon Ball Z, de a ratos se pone gore y ocasionalmente tiene sus tintes pornográficos softcore. Quizás esta extraña fórmula funcione en un país como Estados Unidos en donde RZA es uno de esos raperos sorprendentemente exitosos, pero indudablemente de la frontera para afuera se encontrará con un público más hostil.
Lo mejor: Por suerte sus creadores se apiadan del espectador con la duración del metraje que se extiende a sólo 95 minutos que así y todo parecen interminables.
Lo peor: Luego de su debut cinematográfico RZA ya anunció 2 películas más.