El Hobbit: La batalla de los cinco ejércitos

Crítica de Agustina Tajtelbaum - Toma 5

"Una última vez"

Peter Jackson vuelve a dirigir en la Tierra Media, en su segunda trilogía del universo de Tolkien. Con nueva tecnología superadora de la que había empleado hace diez años con “El Señor de los Anillos“, el director corrigió una de sus críticas más severas: muchos las catalogaron de densas y aburridas. Ahora recurre a una puesta en escena más espectacular pero como consecuencia se aleja de la fidelidad al libro.
Era de esperarse, un solo libro llevado a tres películas. Para llenar los blancos Jackson recurrió a los apéndices de Tolkien, a algunas cosas que quedaron afuera en “La Comunidad del Anillo” y a su propia inventiva. Aunque algunos fanáticos se molestaron, el resultado global es bueno. Nada de caminatas interminables, ni un segundo de calma. Mucha tensión y preguntarnos qué se trae cada uno entre manos, y cuáles son las verdaderas intenciones de cada bando. Quizás Jackson haya aprendido algo de intrigas de Juego de Tronos.
Y por supuesto no podría aumentar la acción drásticamente sin aumentar el uso de CGI (imágenes generadas por computadora, por sus siglas en inglés). Francamente a esta altura ya dejamos de distinguir una montaña hecha con CGI que una de verdad. En esta entrega también se recurre a captura de movimiento para personajes como los orcos, y pantallas verdes en todos lados. Ian McKellen, que interpreta a Gandalf, se quejó de esto señalando que como actor se le hacía muy difícil hablar con una pelota en un palito verde y no otro actor. Pero el resultado global fue bueno, no se ve falso sino al contrario: es un mundo de fantasía.
Es difícil imaginar una película de fantasía épica en la que no nos salga el CGI por las orejas. Dentro de lo que se espera de este tipo de películas no es excesivo. Muchas de las armas, carros de batalla, armaduras y formaciones son concordantes con la Tierra Media de Warner. Basta con haber jugado alguna de las aventuras que las diferentes plataformas le ofrecen al nerd desprevenido como Battle for Middle Earth o Shadows of Mordor. Punto a favor para hacer la película más inclusiva con otros productos del paquete.
Por otro lado, también es la segunda vez que se aplica el método del HFR. Un método polémico. El Hugh Frame Rate se refiere una mayor cantidad de fotogramas por segundo (fps). Desde que el cine dejó de ser mudo se usa un número estandarizado de 24 fps. Esto es así de toda la vida y muy pocas películas han experimentado con cambiarlo a 48 o 60 fps. Primero, porque sólo es posible en una proyección digital. El famoso rollo de película no puede con esto. Por ejemplo, Avatar de James Cameron, se filmó con 60 fps. Pero el ojo humano capta las imágenes en movimiento a 24 fps en la vida real, así que ver una película con HFR es un poco raro. Se vuelve bastante confuso en escenas donde los personajes se mueven rápido, como una lucha. Quizá la solución hubiera sido ser selectivo en el uso del HFR en algunas escenas solamente.
Si vamos a hablar del guión, estoy conforme. Los espacios en blanco están en general bien llegados, aunque hay momentos en que no parece tener sentido y tenemos que hilar fino para encontrárselo. Por supuesto, el espectador que no leyó los libros no tiene este problema en absoluto. Incluso (nunca pensé que diría esto) llegue a querer al personaje original de Jackson, Tauriel, después de que fuera demasiado exasperante en la entrega anterior, “La Desolación de Smaug“. Al final todos los arcos argumentales cierran bien y dan pie a “La Comunidad del Anillo” y los sucesos que van 60 años después que está historia.
Y por cierto, quiero felicitar a Guillermo del Toro por el diseño conceptual del dragón Smaug, puro CGI, pero realmente memorable. Como puntos fuertes tenemos más acción, estilo de vídeo juego, y más del universo de Tolkien que por cierto acaba cerrando bien con momentos emotivos (que nos inducen al suicidio, en realidad). Como debilidades, la poca fidelidad al libro, y el uso indiscriminado del HFR. El CGI es bueno pero no excesivo, con riqueza en los detalles, y por cierto el 3D está bien hecho para sentirnos dentro de la película. Una buena despedida a la Tierra Media en cines, quién sabe por cuánto tiempo.

Agustina Tajtelbaum