El hilo rojo

Crítica de Fernando Alvarez - Todo lo ve

La directora Daniela Goggi aborda la seducción y la posibilidad de "amar" a dos personas al mismo tiempo en este relato que protagonizan Benjamín Vicuña y Eugenia Suárez. El film alcanza buenos momentos y escenas apasionadas.

El encuentro casual entre un hombre y una mujer en un aeropuerto dispara la historia de El hilo Rojo, la nueva película de la directora Daniela Goggi -después del suceso de Abzurdah- que tensa la cuerda de una atracción que trae complicaciones a los personajes.

La trama coloca en el centro de la acción a Manuel -Benjamìn Vicuña-, un enólogo que viaja constantemente debido a sus obligaciones, y Abril -Eugenia Suárez-, una joven asistente de vuelo. Ellos cruzan sus caminos de manera inesperada y encienden una seducción que se transporta en el tiempo.

Con estos elementos y sosteniendo el relato a partir de una vieja leyenda china que asegura que "un hilo rojo invisible conecta a aquellos que están destinados a encontrarse, sin importar tiempo, lugar o circunstancias. El hilo se puede estirar o contraer, pero nunca romperse", la realizadora aprovecha los tópicos de la comedia romántica para abordar tenas como la posibilidad de "amar" a dos personas al mismo tiempo, porque cada uno de ellos tiene sus familias armadas siete años después de su primer "flechazo".

De este modo, entran en acción Laura -Guillermina Valdéz-, una fotógrafa casada felizmente con Manuel, que se muda con su pequeña hija a Buenos Aires, y Bruno -el español Hugo Silva, visto en Las Brujas y recientemente en Mi gran noche-, una figura del rock, esposo de Abril. El juego dispone sus cartas y el epicentro tiene lugar en una encantadora Cartagena de Indias, Colombia, donde el encuentro entre los protagonistas será explosivo.

El hilo rojo es una película que tiene muy claro al público al que apunta y encuentra momentos de lograda tensión romántica y escenas apasionadas, utilizando el marco escenográfico natural -de soleado a lluvioso- para potenciar la tormenta interior que afronta la dupla de enamorados.

Más allá del comentado y promocionado romance que nació entre Vicuña y la "China" Suárez durante el rodaje, el film se asegura una muy buena cantidad de espectadores por la expectativa que genera en el público adolescente.

Con una buena factura técnica, convincentes trabajos de Vicuña y Suárez, respaldados por un solvente Hugo Silva, la película logra acelerar los corazones y la escena final resume visualmente la idea central de la propuesta, abriendo a la vez otras posibilidades.