El hijo de Saul

Crítica de Daniel Lighterman - Visión del cine

Llega el estreno de El hijo de Saul, pelicula Húngara con mayores chances de ganar en los próximos premios Oscars.
Con muchas expectativas por su nominación al Oscar, y mucha buena prensa desde el exterior, llega a la Argentina El hijo de Saúl, una película que revisita los campos de concentración durante la última etapa de la II guerra mundial, pero que lo hace desde el particular y sectorizado punto de vista de Saúl, un judío que trabaja en los campos de concentración, al servicio de los Nazis.

Si bien el tema del holocausto judío y las atrocidades de los campos de concentración parece a veces estar agotado para el cine mundial, este film Húngaro encuentra una forma muy novedosa y sobre todo muy controversial de mostrar, no solo los horrores del campo de concentración sino el alejamiento emocional que sufren los prisioneros que se ven sometidos cada minuto de sus vidas a una realidad tan brutal que resulta inconcebible.

La puesta de cámara particular que elije el director, pone a su protagonista casi acaparando la pantalla por completo. La actuación sobresaliente de Géza Röhrig, quien tiene a su cargo componer a Saúl, queda remarcada por la extremadamente intimista puesta en escena.
La estética de El hijo de Saúl es sobresaliente en tres puntos particulares, el efecto de realidad aumentada por el sonido, la utilización del fuera de foco de manera casi constante, y el muy logrado efecto de hacer parecer que la cámara es un mero participe de las escenas, cuando en realidad, la complejidad de la puesta en escena es abrumadora.

El hijo de Saúl es dura, pero gracias a su particular enfoque se vuelve de visión recomendada para todos los cinéfilos.