El hijo de Jean

Crítica de Pedro Squillaci - La Capital

Un padre asoma en la ausencia

Una llamada telefónica de un desconocido puede significar encontrarse con una nueva familia. Eso le ocurre a Mathieu, un empleado parisino de clase media, casado y con un hijo, al que un día Pierre, el mejor amigo de su padre, le comunica que ese progenitor, a quien no vio en su vida, murió en Montreal. El tema es que antes de ir al funeral deberá encontrar el cuerpo, perdido en la profundidad de un lago canadiense, y esa tarea la tendrá que hacer con sus dos hermanos, a quienes tampoco conoce. Aunque parezca la trama de una comedia de enredos, Philippe Lioret (“Welcome”) plantea una historia de búsqueda de lazos familiares, en la que el drama a veces le hace un guiño al humor, pero siempre desde un relato que sensibiliza sin ser sensiblero, diferencia clave. Porque en el camino de Mathieu hacia su padre, él encontrará en Pierre una suerte de cómplice, y verá que en la familia de ese amigo descubrirá vínculos que jamás imaginó. El filme seduce desde el tratamiento narrativo, pero más aún desde el modo en que se muestran las relaciones humanas y las sintonías afectivas. Hay sutileza en algunos diálogos, un buen nivel de actuaciones en una película para no dejar pasar.