El hijo de Jean

Crítica de Diego Batlle - La Nación

El hijo de jean: la herencia, eje de un sobrio drama

La nueva película del director de Tombés du ciel, Je vais bien, ne t'en fais pas y la multipremiada Welcome narra la historia de Mathieu (Pierre Deladonchamps), un empresario de 33 años, padre de un niño y recientemente divorciado que trata de cumplir a duras penas con sus compromisos laborales y familiares. Su vida cambia por completo cuando recibe una llamada desde Canadá de parte de un desconocido que dice ser amigo de su padre -al que Mathieu nunca conoció- y que le informa que su progenitor ha fallecido. Además, éste le ha dejado un misterioso paquete.

El protagonista decide viajar a Montreal no sólo para hacerse de ese inesperado legado, sino también para entender la situación en toda su complejidad. No conviene adelantar demasiado, pero descubrirá allí un nuevo universo, una nueva realidad.

Entre el thriller y el drama familiar, El hijo de Jean se concentra más en las relaciones humanas que en el suspenso. Lo hace a partir de una narración bastante sobria y una convincente actuación de Deladonchamps, bien acompañado por una serie de intérpretes canadienses cuyos personajes, de alguna manera, se convertirán en una suerte de familia sustituta en su nuevo destino. Más allá de algunos pocos desbordes sentimentales y de cierta acumulación de situaciones en la parte final, esta película, que compitió en la sección oficial del Festival de Berlín, termina conmoviendo con argumentos y recursos nobles.