El hijo de Dios

Crítica de Hernán Khatchadourian - Diario Popular

El Hijo de Dios: un golazo del cine nacional

Con una puesta en escena tan épica como genial, este film de Mariano Fernández y Gastón Girod cocina en la misma olla a varios géneros con una versatilidad asombrosa
Enrolada en el género del western pero apelando a elementos bíblicos y de films deportivos, Hijo de Dios dista de ser un engendro cinematográfico como los que salen a la luz con buenas intenciones pero mala realización y se convierte –sin más- en una de las cuatro mejores película nacionales del año.
Vamos por partes: la historia está planteada como un western que a su vez emula en tono de parodia a La Pasión de Cristo y al mismo tiempo es una "road movie" aventura que viven tres amigos en un pueblo del interior de la provincia de Buenos Aires. ¿Quién puede contar tres historias simutáneamente y salir airoso del desafío? Sin dudas Mariano Fernández y Gastón Girod, que continúan esta tendencia a dirigir películas de a dos que tan buenos resultados está dando en la producción nacional en los últimos tiempos con casos como el de El Ciudadano Ilustre (Gastón Duprat y Mariano Cohn) y La Larga Noche de Francisco Sanctis (Andrea Testa y Francisco Márquez).
La historia se ubica en una semana de Pascuas en la que tres amigos llegan al pequeño pueblo de Betania, un lugar sometido futbolísticamente al poderío de Pilatos, el comisario y arquero local. Luego de un altercado con Pilatos, los jóvenes son apresados y obligados a aceptar el duelo futbolístico propuesto por el comisario para recuperar su libertad.

Todo parece perdido, pero la repentina aparición de un misterioso jugador llamado Jesús, torcerá el trámite del partido y el destino de Betania para siempre.
Sin embargo la película, va más allá y propone un debate sobre el estado actual del fútbol, y la mística que representa este deporte para cualquier fanático que se precie, y que deja en el espectador la posibilidad de emitir última opinión, lo continúa a lo largo de toda la historia, en la que cada personaje aporta su bocadillo.
Lo que llama la atención a simple vista es cómo los realizadores han logrado convertir al pueblo de Azcuénaga (San Andrés de Giles) en un verdadero "pueblo del far west" merced a un increíble uso de los filtros y la correctísima puesta en escena que transforma en una postal cada escena, en la que abundan los planos contrapicados en la que la imagen de la pelota termina eclipsando el sol, toda una metáfora de lo grande que es el fútbol. Y el cuadro lo terminan de pintar la directora de arte Danna Caldara, la vestuarista Natalia Alayón Bustamante y el musicalizador Maxi Prietto que realizan un trabajo impecable.
Pasada la mitad del film, la historia cobra un giro con la aparición de Norberto "Ruso" Verea y Diego Della Sala y se transforma en una suerte de homenaje genial a "Escape a la Victoria", el clásico film bélico futbolístico protagonizado por Sylverter Stallone, Michael Caine y Pelé a comienzos de los años ´80; y ahí la cosa termina de explotar.
Se puede hablar horas y horas acerca de las maravillas que representa Hijo de Dios pero lo mejor es ir a verla en una pantalla gigante, con el sonido adecuado y con los ojos descansados y listos para gozar visualmente durante una hora y media de un delirio bíblico futbolístico pergeñado por gente que ama el cine como la vida misma y busca que otros lo aprecien de igual manera.