El hijo de Dios

Crítica de Gustavo Castagna - Subjetiva

PASIÓN DE MULTITUDES

La memoria recuerda aquella parodia sobre el fútbol de Paula contra la mitad más uno (1972) de Néstor Paternostro, con el Boca campeón del 69 secuestrado por una banda de gangsters liderada por una modelo top. Delirio, fusión de cine y publicidad, género observado desde la ironía y escenas de archivo a cancha llena conformaron un film desigual como si el Instituto Di Tella (que ya había cerrado las puertas) mirara con curiosidad al mejor deporte del mundo.

Desde otras preocupaciones temáticas observan los directores Fernández y Girod la construcción de la historia de El hijo de Dios, lectura paródica como aquella Paula… de los 70 pero conformada desde el western como género y una multitud de citas y referencias a la religión, la fe y la biblia. O la biblia del fútbol porque de eso se trata: personajes con nombres alusivos (Jesús, Magdalena, Pilatos, Bautista) en una lucha que propone al bien (es decir, el “fútbol como dinámica de lo impensado”, cita textual a Dante Panzeri) frente al mal (la trampa, el juego sucio y tacaño, es decir, aquello que pregona la mayor parte del periodismo de fútbol en Argentina).

La construcción dramática permite la inmediata destrucción del verosímil y está bien que así sea. Tres amigos muy futboleros (uno, fanático de Almirante Brown) estarán obligados a jugar un partido de fútbol, en un pueblo llamado Betani, contra el equipo local, dirigido por una especie de comisario, el citado Pilatos, que además ataja en ese once que viste “camiseta negra” Pero aparecerá un tal Jesús, un gambeteador y goleador, un enviado de no se sabe dónde para poner las cosas en orden.

El hijo de Dios rinde culto al fútbol entremezclado con la geografía e iconografía del western, no solo a través de la música, la elección de planos y el uso del ralenti (el spaghetti, Leone y Morricone son invocados en más de una ocasión) sino también por un imaginario genérico que resignifica aquello establecido. Es decir, El hijo de Dios apuesta a convertirse en un western futbolístico que no pierde la esencia del género pero que exuda fútbol todo el tiempo. Citas a Maradona, a relatores deportivos, a ex árbitros (la discusión entre un jugador y el árbitro remite al recordado cruce verbal entre Castrilli y Diego), valiéndose de una excesiva duración (cerca de 40 minutos) para narrar y contar el partido final.

Entre momentos logrados y otros en donde los directores parecen enamorarse demasiado de sus materiales y de la pulcritud de la forma (el partido está muy bien filmado y editado, al estilo del programa dedicado al club “Atlas”), El hijo de dios mezcla con placer fútbol, western y religión en una fábula pueblerina que trata a la pelota con placer y sin necesidad de tirarla a la tribuna con tal de hacer tiempo.

EL HIJO DE DIOS
El hijo de DIos. Argentina, 2015.
Dirección y guión: Mariano Fernández y Gastón Girod. Producción: Rodrigo Cala y Mariano Fernández Fotografía: Gastón Girod. Edición: Carlos M. Cambariere. Música: Maxi Prietto. Dirección de Arte: Danna Caldara. Intérpretes: Paulo Soria, Juanki Lo Sasso, Ignacio Ballone, Bruno Alcón, Agustín Repetto, Marina Artigas, Jorge Sesán, Norberto “Ruso” Verea, Diego Della Sala. Duración: 92 minutos.