El hijo de Dios

Crítica de Ariel Abosch - El rincón del cinéfilo

Original y divertida vuelta de tuerca futbolera

Cuando un pueblo está oprimido bajo las alas de un gobierno de facto, y las necesidades de rebelarse son muchas más grandes que las de someterse y temerles a los dictadores, es en ese momento que se debe aprovechar la oportunidad para lograr destituirlos y librarse de ellos.
Con esa premisa ésta realización de Mariano Fernández y Gastón Girod nos lleva a un pueblo imaginario, semi abandonado, de la provincia de Buenos Aires, bajo el mando de un policía llamado Pilatos (Agustín Repetto), quien junto a sus ayudantes, y en complicidad con el cura (Mario Vedoya), tienen que organizar un partido de fútbol para las Pascuas, que comienzan el día siguiente, y no tienen rivales porque ellos siempre ganan o ganan, y si algún “loco” intenta entrenarse en la clandestinidad para lograr vencerlos los policías se encargan de que eso no suceda.
Siempre se dice que hay que estar en el momento preciso y en el lugar indicado para poder conocer a alguien, lograr, y obtener, algo que hace tiempo que se está buscando, pero que también puede suceder todo lo contrario, como les pasa a estos tres amigos que salen de viaje para la Semana Santa en un clásico e impecable Chevrolet 400, y al pasar por el pueblo de Betania deciden detenerse para almorzar. Lo que no saben ellos, ni los pocos pobladores del lugar, es que esta decisión les va a cambiar la vida a todos.
La historia se desarrolla en la actualidad, pero con una ambientación y una explotación integral de lugares que tiene éste pueblo con casas y establecimientos abandonados, vías de tren en desuso, agregado el vestuario de los pobladores que son de otra época, y las caracterizaciones de los policías que se contraponen con los tres amigos que vienen de la ciudad. es bien distinto al otro, casi caricaturescos, como extraídos de una historieta, sus nombres son bíblicos, donde los malos son bien malos y odiados, en tanto que las víctimas no se pueden defender por sí mismas hasta que aparece el héroe-salvador, quien tiene sus ayudantes para llegar con todos los honores a conseguir el objetivo.
La obra tiene una gran factura técnica, el ritmo es ágil, los diálogos son divertidos, junto a determinadas escenas que nos recuerdan ciertos hechos históricos de nuestro fútbol, que a los fanáticos y memoriosos de éste deporte no les tendría que pasar desapercibidos.
Este film atrapa la atención del espectador por su originalidad de mezclar el género del western, con todos los clichés que tienen estás historias, además de elegir las locaciones adecuadas para filmar y darle verosimilitud a la narración con algo bien nuestro como es el fútbol, que tiene toda la pasión y se lo toma como de vida o muerte, tanto en la realidad como en esta ficción.