El grito en la sangre

Crítica de Fernando Alvarez - Todo lo ve

Gauchos de cuchillo en mano

Con algunos años de retraso desde su rodaje llega esta película de Fernando Musa que mantiene vivo el espíritu gauchesco y con aire de western que también supieron preservar producciones de otra época. Después de Fuga de cerebros y Chiche Bombón, Musa se basó en un libro de Horacio Guaraní para llevar a la pantalla una historia sobre la venganza.

El grito en la sangre está ambientada en 1952 y sigue los pasos de Cali (Abel Ayala, el joven actor de El polaquito y El niño de barro), cuyo padre fue asesinado durante una carrera de caballos, y su feroz travesía para encontrar al responsable mientras conoce a Lucía (Florencia Otero), su primer amor, y recibe la ayuda de un viejo capataz de estancia (Horacio Guaraní) que lo adopta como un hijo.

El personaje central busca restaurar el desorden impuesto a su vida mientras se transforma en un hombre que busca la paz para el alma de su padre. El realizador logra transmitir a lo largo de casi una hora y media el clima requerido en este tipo de relatos, en los que el paisaje también cobra protagonismo. Desde un cielo tormentoso, cabalgatas, peleas con cuchillo en mano, la cuota obligada de romance, la presencia de villanos y hasta un desenlace que se guarda una sorpresa.

A la buena factura técnica (la imágen presenta un granulado en su primer tramo) se suman las intervenciones de Ulises Dumont, Carmen Valllejos, Luisa Calcumil (Gerónima) y Emilio Bardi, pero los aplausos se los lleva la pareja protagónica integrada por Ayala y Guaraní. El film tampoco disimula las influencias del cine popular que acuñó Leonardo Favio.