El Grinch

Crítica de Tomás Ruiz - EL LADO G

Un grito de amor, amistad y redención, narrada con una historia que ya todos conocen de memoria y que rara vez vaya a cambiar. El Grinch sigue y seguirá enamorando con su poca actitud navideña.

Estamos muy cerca de diciembre y eso significa muchas cosas. Se terminan los exámenes, el calor empieza a sofocar, el transporte público colapsa de gente malhumorada, las familias empiezan a repartirse las responsabilidades para las fiestas y las películas que tienen que ver con la navidad empiezan a ser frecuentes en todas las señas del cable. Una de ellas es sin dudas la de El Grinch (2000) la peli que protagonizó Jim Carrey y que trajo a toda una generación de chicos el clásico cuento del Dr. Seuss con una visión un poco más oscura y tétrica que el cuento original de 1957 llamado ¿Como el Grinch se robó la navidad? Un cuento que posteriormente se ganó una adaptación animada en 1966 y que hoy en día es considerado como un clásico navideño a nivel mundial. Y como las generaciones se renuevan, también lo hacen las historias clásicas, es por eso que este año El Grinch (2018) vuelve a hacerse presente en los cines de todo el mundo y de la mano de una de las compañías que viene acertando en cada movimiento como Ilumination Entertainment, sí la misma de los Minions.

En la cima de la montaña más nevada de toda Villaquien, vive el Grinch. Un amargado y gruñón ser que se mantiene ajeno a todo tipo de sentimiento de felicidad y alegría dado que su corazón, de tres tamaños menor, no se lo permite. Mientras se encuentra en los preparativos clásicos de fin de año para hacer absolutamente nada, salvo comer y estar con su mascota/mejor amigo/mayordomo Max, él se da cuenta de que la comida no abunda y no le queda otra solución, que ir a la villa de los Quienes, a buscar provisiones. Allí, todos son diferentes a él y no porque se vea verde, gruñón y un holgazán de primera, sino que allí se espera la navidad como ningún otro evento. Entre todo el fervor y la locura de esta pequeña y curiosa población, el Grinch se topa con Cindy Lou, una joven que en medios de todos los preparativos se toma con una duda moral que incluye a su madre y sobre que debería hacer y como actuar. Después de un breve intercambio de ideas entre sí, ambos salen con conclusiones bastante diferentes. Cindy Lou, interceptar a Santa Claus en la noche de Navidad para proponerle un trato y nuestro amigo verdoso, disfrazarse del mismo Santa y robarle a todos los habitantes del pueblo, sus juguetes, sus adornos y su tan querida Navidad.

Poco tiene de innovador esta nueva versión del cuento clásico, esta vez a manos de la dupla de directores conformada por Yarrow Cheney y Scott Mosier, pero hay algo que es verdad y es que la historia de El Grinch, nunca pierde el encanto. Pasó con el clásico del 66, lo mismo con la del 2000 y también posiblemente suceda dentro de otros 15 o 20 años y es por el gran mensaje que transmite la peli, algo que jamás quedará viejo. En esta ocasión el tono de la película apunta a un público joven, pero para no alejar a los padres se desarrolla una problemática bastante actual en donde madres y padres pueden verse reflejados por igual. Teniendo en cuenta que la peli no aporta ninguna otra cosa diferente, es destacable que por lo menos en ese aspecto, el film haya sabido acoplarse a la coyuntura actual.

La animación es de primer nivel y no sorprende viniendo de los desarrolladores de personajes como los Minions. La realidad con la que estos genios están jugando es tremenda y parece no tener un techo de mejora. Manteniendo el diseño básico de los personajes originales, el otro punto a destacar es el juego de luces y sombras que se dan todo el tiempo y el de la fotografía de la peli, no es fácil que en una película animada los colores y las diferentes formas de utilizarlos sorprendan y aquí es un aspecto como para destacar de muy buena manera.

La peli es un grito de amor, amistad y redención, narrada con una historia que ya todos conocen de memoria y que rara vez vaya a cambiar. Algo que es innegable es que El Grinch sigue y seguirá enamorando con su poca actitud navideña y cada vez que salgan nuevas versiones de su historia las sensaciones serán las mismas: ¿Hace falta otra película del Grinch? Sí, siempre.