El Grinch

Crítica de Fernando Sandro - El Espectador Avezado

El mismo estudio que ya trajo El Lorax, presenta "El Grinch", nueva adaptación de un cuento del famoso Dr. Seuss, en el que otra vez se apuesta a la medianía general.
Cuando en 2010, se estrenaba Mi villano favorito, su humor caricaturesco disparatado que hacía recordar a Chuck Jones, y la idea de reversionar la figura del malo, prometía que los recién inaugurados Illumination Studios traían aire fresco al cine de animación mainstream. Ocho años después, la respuesta es menos certera; pero ¿Qué mejor que ellos para traer la historia de otro villano protagonista?
Quizás el más famoso del mundo infantil. Theodor Seuss Geisel, más conocido como Dr. Seuss, escribió más de 60 libros infantiles, que se caracterizaron por poseer personajes muy inventivos, coloridos en todo sentido, y sobre todo, por la pegajosa rima en la que estaban escritos. El hombre es una eminencia en EE.UU., lo que permitió que muchas de sus mejores obras sean adaptadas, primero al mundo de las series de caricaturas, y luego como películas.
"El Grinch", o "How The Grinch Stole The Christmas"; es, probablemente, su creación más conocida. Al punto de que su nombre ya es sinónimo del típico aguafiestas.
La adaptación de Chuck Jones con voz de Boris Karloff es todo un clásico de la animación; y hasta fue homenajeada por Tim Curry en "Mi pobre Angelito 2". Otra generación más actual puede recordar el live action de Ron Howard con Jim Carrey y Christine Baransky. Ya pasaron más de quince años de aquella versión cuasi kitsch de la historia, es tiempo de que el ogro peludo salga otra vez de su cueva.
La historia es sencilla, y es mejor verla que contarla, las aventuras de un ser ermitaño, que vive alejado sólo con su perro, y detesta la felicidad permanente en la que viven los habitantes de Villa Quién; en especial la navidad, época del año alegre si las hay. Por eso mismo, El Grinch pergeña un plan para dar fin a esa felicidad, lo que desatara una puja entre la felicidad acérrima de unos, y la amargura exasperante del otro.
Acá advertimos el primer y más notorio cambio. Lo dice hasta el mismo título del cuento en inglés, el Grinch quiere robarse la navidad, sabotearla del peor modo.
Es el Sr. Burns queriendo privar del sol a todo Springfield. En esta película que dirige el novato Scott Mosier, junto a Yarrow Cheney ("La vida secreta de las mascotas"), el robo de la navidad, es cambiado por un intento de evitarla, casi como el de "Christmas with the Kranks", pero a mayor escala. ¿Qué significa cambiar un robo por impedirla?
Un cambio en la forma de ser del personaje. Illumination demostró en "Mi villano favorito" tener un sentido del humor irónico, que luego no pudo sostener en sus siguientes producciones más sencillas, tradicionales, y livianas, aún las secuelas y spin off de aquella. "El Grinch" era una oportunidad para volver a las fuentes, pero no, lo que hicieron fue endulzar al personaje. Hacerlo un cascarrabia querible, justificarlo, y bajarle el tono a su villanería.
Todo es más simple en "El Grinch" versión 2018, bajo la excusa de ser un film para niños, aunque los otros también lo fueron, y el cuento más.
El tratamiento que se le da a la película, es bastante similar a lo que ya habían hecho con "El Lorax", simplificar, y alargar los tramos más alegres de la historia. A su favor, la metáfora que Dr. Seuss había planeado como similitud con "Un cuento de navidad" de Dickens, está ahí; aunque, sí, remarcada para simplificarla.
La menos de hora y media de duración se pasan de un modo alegre y entretenido, con chistes que funcionan, y otros menos. También tenemos un intento de la métrica de diálogos de. Dr. Seuss.
Pero lo que falta es la inventiva, el desborde de creatividad, la locura simpática sin caer en lo frenético; en definitiva, la marca del creador. Chuck Jones fue quien mejor interpretó al autor original. La magia de uno y de otro se potenciaron, y no en vano el propio Seuss le dio su valoración.
La versión de Howard es impropia del relato original, se aparta lo suficiente. Pero tiene un estilo propio muy llamativo, distintiva de cualquier otro producto similar. Nada de eso hay en la película de Cheney y Mosier, en la que sólo vemos las puntas del autor en las rimas, y el estilo es de por más convencional.
Pensada para un público infantil poco exigente (¡Ay! ¿Cuándo van a entender?), "El Grinch" aprueba, divierte, y logra que pasemos un rato alegre con un lindo mensaje de unión y felicidad pese a las adversidades. Quienes busquen más que eso, no lo van a encontrar.