El gran simulador

Crítica de Elena Marina D'Aquila - A Sala Llena

"Hay que aprender a aprender a aprender"

Una de las grandes habilidades que posee Frenkel como documentalista, es la de crear de la persona, un personaje inolvidable , sumamente cinematográfico y divertido. En este caso, con René Lavand, el ilusionista. El film contiene material de archivo inteligentemente seleccionado y mostrado. La obsesión de Frenkel por los detalles recae por ejemplo en la presencia de esa melancolía a lo largo del film, en el pequeño momento en el cual la mujer del mago ve en un VHS una presentación de su marido. En las charlas de la pareja durante las comidas, y en la estructura del film: esa mano que él espera que llegue de Mar del Plata, y que cuando termina la película, no sabemos qué pasó con ella, si la recibió o no...