El gran showman

Crítica de Mariano Torres - Fuera de campo

La historia real de P. T. Barnum es sin duda material cinematográfico: no sólo inventó el “gran espectáculo” circense tal como hoy lo conocemos, sino que directamente creó el concepto entero del “show business”. Donde quiera que estuviera el asombro, el morbo, la grandilocuencia y el impacto, ahí estaba Barnum, que no se reía de las rarezas y anomalías de la vida sino que, por el contrario, las resaltaba. O, quizás sería mejor decir “explotaba”, aunque ese es material para otra biografía porque El Gran Showman no es tanto una biopic sino un musical inspirado en hechos reales, y existe una enorme diferencia.

Los responsables detrás de las canciones de LaLaLand y el director Michael Gracey apuestan aquí a un estilo más cerca del Moulin Rouge de Baz Luhrmann que del musical clásico, y aunque por momentos la saturación de efectos especiales y maquillaje agobian, el resultado es sumamente entretenido y llevadero, aún si predecible y sobreproducido. La historia nos cuenta la epopeya de Barnum, un niño pobre que desde muy pequeño sabe que hará cualquier cosa por conseguir sus sueños, y de hecho se abre camino a ellos de manera muy temprana y en apenas veinte minutos de comenzada la película (el poder de síntesis de Gracey es tal que por momentos cuesta interiorizarse en el drama detrás de la historia, que queda relegado a un segundo plano). Barnum crece, se casa con la mujer de su vida, tiene dos maravillosas hijas pero aún no ha conseguido “despegar”: le falta concretar su sueño, que se convertirá en uno estrictamente relacionado al show, la ilusión (en el más amplio sentido de la palabra) y el entretenimiento. Así, casi por accidente, decide abrir un museo al mejor estilo Ripley’s Believe it or not, con rarezas como animales embalsamados y artefactos de otras épocas. Lamentablemente el emprendimiento fracasa, y es ahí cuando una de sus hijas le da una excelente idea: el museo está lleno de “cosas muertas”, y lo que haría falta es más vida. A Barnum (o Hugh Jackman, quien interpreta y se funde con notable simpatía en el personaje) se le iluminan los ojos, y el resto es historia: se abre el circo de freaks más grande el planeta, y nadie quiere perderse los bizarros shows del hombre que se hizo desde abajo hasta llegar a la cima del mundo del entretenimiento.

El Gran Showman es un musical ligero, entretenido y que probablemente no merecerá tantos premios como LaLaLand (aunque ya ganó, sí, mejor canción en los Globos de Oro por “This is me”) pero tampoco parece proponérselo. Es un film para toda la familia, ciertamente no apto para cínicos, que de todos modos casi ni deberían acercarse a este género. Completan el elenco un encantador Zac Efron y Michelle Williams como la esposa de Barnum.