El gran showman

Crítica de Carolina Taffoni - La Capital

El regreso del musical rosa

Envalentonados por el éxito de “La La Land” (2016), los productores de Hollywood ahora apuestan al musical con más confianza, pero no es tan sencillo lograr que el género funcione como en la historia romántica protagonizada por Emma Stone y Ryan Gosling. “El gran showman” es un buen ejemplo de que el camino no es fácil. Este musical dirigido por el debutante Michael Gracey está inspirado en la historia de P. T. Barnum (Hugh Jackman), considerado el padre del show business en EEUU, un precursor del negocio del espectáculo que se impuso en el siglo XIX con un extravagante circo que mostraba freaks y desafiaba límites. Para “El gran showman” convocaron a los compositores Benj Pasek y Justin Paul, los que escribieron las canciones de “La La Land”, y uno de los guionistas es Bill Condon (el de la brillante “Chicago”). Pero aquí los resultados son distintos y más modestos. Este musical se acerca más a la estética pop de Baz Luhrmann (“Moulin Rouge”), aunque con menos riesgo, porque es vintage, rosa y políticamente correcto. Los cuadros musicales son desparejos: hay algunos que conmueven con canciones que probablemente se lleven un Oscar, y otros que son repetitivos y cursis, con esos finales in crescendo que terminan aturdiendo. Aún con sus debilidades, la película tiene un gran timing y nunca aburre, aunque hay que advertir que es un producto pensado sólo para los fans de los musicales.