El gran combo

Crítica de Diego Alvarez - Cuatro Bastardos

El Gran Combo: Rápidas, imprudentes… y electropop!
El nuevo film Matías Szulanski nos lleva a una recorrida por los bajos mundos del narcotráfico y la delincuencia en una anacronía llena de luces de neón.
Ya desde Pendeja, Payasa y Gorda (2017) y Astrogauchos (2019) se puede decir que Matías Szulanski es un realizador a tener en cuenta.
Su humor ácido, junto a personajes desalmados llenos de egoísmo y recursos anacrónicos a la trama, hacen un cóctel explosivo en los films del realizador y guionista argentino.
En El Gran Combo (2019) asistimos a una vorágine de poco más de una hora en la que diversos personajes tejen tramas individuales y divididas en capítulos independientes (en apariencia) para, luego, desembocar en una sola, recurso que puede tener como adalid contemporáneo a Quentin Tarantino.
Pero el ritmo vertiginoso del film de Szulanski también se apoya en una fotografía plagada de luces de neón y tufillo a década de los 80, mezclando «flippers» con planos que homenajean a las historias de gangsters de Guy Ritchie.
La trama es sencilla pero eficaz: La Princesita le encarga al Bastardo comercializar su producto característico (la «rosa», una droga muy potente, casi emulando a la celeste de Breaking Bad) pero las cosas no salen según lo planeado. Por otro lado, Yolanda contrata a Nicki Nicole para realizar un trabajo aparentemente sencillo y ella, a su vez, suma a una vieja amiga Rocío Ro-Ro para que la ayude. Todas las historias se complican y entrelazan en algún punto, casi al final.
La banda de sonido electropop, personajes femeninos empoderados, una trama sencilla y efectiva, unida a una duración en el que la acción y la tensión no aflojan, hacen de El Gran Combo (2019) eso mismo, un GRAN COMBO EXPLOSIVO.