El gerente

Crítica de Samantha Schuster - Cinéfilo Serial

Durante ciertas fechas especiales, las empresas y las marcas buscan aumentar sus ventas a partir de publicidades o promociones relacionadas con esos temas, como el Día de los Enamorados, el Día de la Madre o el Padre, la Primavera o hasta incluso el Mundial.

Tiempo atrás, en 2018, la empresa de televisores Noblex lanzó en nuestro país una promoción durante las eliminatorias de la Copa Mundial de la FIFA que mantuvo en vilo a la sociedad argentina. La selección no estaba jugando muy bien y podía quedar afuera del mundial de Rusia. La iniciativa consistía en devolverle el dinero a todos aquellos que hubieran comprado un aparato suyo si Argentina no clasificaba. Es así como sus ventas se dispararon, como también la tensión de los dueños de la empresa, ya que si todo esto no salía bien podían quebrar.

El director Ariel Winograd («Cara de Queso», «Vino para Robar», «Hoy se Arregla el Mundo») tomó esta pequeña historia basada en hechos reales para ofrecernos una película llena de corazón y gracia, que se convirtió en la primera cinta argentina de Paramount+ y que también se puede ver esta semana en los cines ATLAS.

«El Gerente» es de aquellas películas que cuando las ves te hacen sentir bien porque nos brinda una historia cálida, donde el protagonista busca superarse y llegar a lo inalcanzable para cumplir sus objetivos, independientemente de los obstáculos que tiene que atravesar. A pesar de que puede no generar demasiada sorpresa porque es un caso conocido por muchos argentinos, sobre todo porque pasó hace relativamente poco tiempo y generó un impacto por su rareza y creatividad, esto no quita que el espectador se interese hasta el final por lo que sucede como si de algo nuevo se tratara.

Además, no solo se centra en la propuesta de Noblex, sino que también se ahonda en la vida personal del protagonista, su vínculo con el hijo, su ex mujer y sus compañeros de trabajo, su estado de salud, entre otras cuestiones, que van cargando de color y novedad a esta historia popular. Cuenta el lado b de la trama que todos conocemos.

Por otro lado, presenta un muy buen equilibrio entre el entretenimiento y la emoción. Es muy graciosa gracias a que tiene un buen timing para la comedia y un guion con gags atinados y representativos, donde todos nos podemos sentir identificados en algún momento. Además el elenco logra llevar a buen puerto sus diálogos y provocar las reacciones esperadas en el público. Leonardo Sbaraglia sin dudas es uno de los mejores actores argentinos y de los más versátiles. Le quedan bien el drama y la comedia y en este caso saca a relucir su talento para hacer reír con un personaje inocente, estructurado y conservador pero a la vez que no tiene miedo a la hora de asumir riesgos. Pero también existen muchos personajes secundarios que están muy bien delineados y sirven a este fin. A algunos los pudimos ver previamente en películas, series o novelas, mientras que otros nos sorprendieron por primera vez. Marina Bellati, Ignacio Saralegui, Mónica Raiola (sin dudas uno de los mejores papeles del film, que cada vez que interviene mete un gol al ángulo), Agustina Suasquita, Luis Luque, Cecilia Dopazo, entre otros. Todos se complementan muy bien entre sí y construyen un equipo sólido. Tal vez el personaje de Carla Peterson como villana no está demasiado desarrollado ni tiene muchos matices, sino que solo funciona como un enemigo en las sombras y como el principal inconveniente a sortear para el protagonista.

También nos encontramos con algunas situaciones algo repetitivas, como por ejemplo la participación del Tano Pasman, que lo incluyen en varias oportunidades haciendo lo que lo hizo conocido. Tal vez resultan un poco innecesarias y estiran un poco el relato más de lo deseado, pero tampoco es algo que influya en el resultado final que es más que satisfactorio.

Pero como decíamos anteriormente, no solo es una película que busca entretener o divertir al espectador, sino que también tiene su costado más dramático y emotivo, que ahonda más en los vínculos humanos y en las pasiones, como el fútbol, un deporte que une a millones de desconocidos para alentar a un mismo equipo. La película logra combinar de una manera atinada y justa ambas sensaciones.

Ariel Winograd vuelve a darle en la tecla con una de sus historias queribles, que te hacen pasar un buen rato y te dejan una buena sensación. Personajes entrañables y con características particulares, no solo los protagonistas sino también muchos de los secundarios; buenos pasos de comedia que nos sacan más de una risa, pero a la vez combinados con momentos emotivos. Un relato épico que a cualquier apasionado del deporte le habrán generado muchas ganas de que empiece ya el mundial.