El gato con botas

Crítica de Alexander Brielga - Cine & Medios

El gato liberado

Tal como sucede en “Shrek”, donde varios personajes de cuentos populares se mezclan para dar forma a una historia, en “Gato con Botas” aparecen también personajes y situaciones de otros relatos ajenos al clásico de Perrault.
En esta, su primera película solista, Gato encara una aventura de características épicas, nada menos que rescatar las habichuelas mágicas capaces de hacer crecer un árbol tan alto como para llegar al castillo del gigante poseedor del ganso que pone huevos de oro. En la aventura no está solo, le acompañan una seductora gatita que le moverá el tablero y un viejo amigo con algunos inquietantes secretos.
El gato en cuestión es astuto y hábil con la espada, entrenado en el arte del embaucamiento y con un pasado que ahora se devela al espectador para ayudarlo a comprender el por qué de ciertas actitudes. El filme ofrece en sus primeros minutos una sucesión de gags efectivos y no exentos de gran creatividad. Es imposible no sorprenderse ante la calidad artística y tecnológica que se ofrece en esta producción. Los efectos logrados en la imagen son espectaculares y ponen el listón muy en lo alto para futuras producciones de este estilo.
La animación alcanza tal nivel de perfección que cuesta aceptar el hecho que estamos ante una película de dibujos animados, digitales, pero dibujos al fin.
La voz de Gato está a cargo del español Antonio Banderas, quien lejos de los éxitos que protagonizó como “El Zorro” ahora vive artísticamente a través de este personaje que bastante le debe al legendario enmascarado.
A diferencia de otros filmes similares, en este caso se recomienda su visión en 3D dado que sus detalles pueden ser mejor apreciados, pero no es excluyente.