El ganador

Crítica de Rodolfo Weisskirch - A Sala Llena

El Legado de Marty & Bobby

Flashback. Escena final de Boggie Nights – Juegos de Placer de Paul Thomas Anderson. Dirk Diggler (Mark Walhberg) se para frente al espejo de su camerín, antes de salir a filmar una vez más una escena de una película porno. Le habla al espejo. Saca su famoso pene y le boxea al espejo cuál Jake La Motta (Robert De Niro) antes de cada pelea en Toro Salvaje. No sería desatinado decir que no existiría El Ganador si treinta años atrás no hubiese existido el film que revolucionó la manera de filmar películas de boxeo. Pero no tanto por el aspecto visual, sino por la narración en sí, ya que el nuevo film de David O’ Russell, tiene identidad propia.

Es probable que el nombre de O’ Russell no les resulte familiar, pero lo cierto es que sus películas, al menos en Estados Unidos, no suelen pasar desapercibidas. Sus primeras comedias independientes generaron ciertos elogios en el momentos de su estreno. Honestamente no las vi. Para mi la carrera de O’ Russell comienza con su película más comercial, polémicas e irónica hasta la fecha, quizás la más personal en lo que respecta a la ideología política del director, y sin duda unas de las más cínicas crónicas de guerra que se hayan hecho: Tres Reyes (1999) narraba las desventuras de tres Rangers del ejército estadounidense durante la Guerra del Golfo, que salían a buscar el “tesoro” de Saddam Hussein. Algo similar a El Botín de los Valientes, pero con una dura crítica hacia la xenofobia, la avaricia, la sed de violencia de los soldados estadounidense. Esta comedia negra tuvo críticas divididas por todo el mundo, y es más respetada ahora que lo que fue en su momentos. Una suerte similar corrió Yo Amo Huckabees, una sátira sobre el capitalismo, el sentimentalismo y las propagandas de los shoppings relacionadas con las imágenes perfectas de las personas, con tintes surrealistas. Nuevamente, O’ Russell no recibe un aliento general. Nuevamente su punto de vista incorrectamente político y pretencioso provoca que gane mayor oposición que adhesión.

Para confirmar el odio de la industria, realizó hace unos años atrás y como apoyo de Tres Reyes, un corto documental que narraba las torturas y violaciones que los soldados realizaban a civiles iraquíes durante la última guerra.

Todo esto lleva a preguntar… ¿cómo es que este director “maldito” se ha reconciliado con la industria y ahora es nominado al Oscar como Mejor Director?

La respuesta hay que buscarla en El Ganador, un film que reproduce la vida real de Micky Ward (Wahlberg), un boxeador treintañero y de poca monta de Massachusetts, que pretende triunfar pero vive bajo la sombra de su representante y hermanastro mayor, Dicky Eklund (Bale), ex boxeador (quien proclama haber noqueado a Sugar Ray Leonard en 1979) y adicto al crack. Micky tiene futuro como boxeador, pero mientras siga dependiendo de Dicky y su madre, nunca va a salir adelante. Cuando Dicky va a la cárcel y el entrenador de Micky (Mickey O’ Keefe, verdadero entrenador de Ward, realiza un actuación convincente como sí mismo), le encuentra un nuevo manager que lo puede llevar al Campeonato Mundial, la vida de Micky cambia, pero por otro lado también tiene que decidir que hacer con su familia.

La película de O’ Russell se divide en dos partes bien definidas. La primera es un retrato familiar de la vida de un aspirante a boxeador en un barrio bajo de Massachusets. Mientras que Dicky es una leyenda local venida a menos, seguido por unos camarógrafos de HBO, Micky es barrendero y se entrena. O’ Russell se enamora principalmente del payasesco personaje que interpreta el camaleónico Bale. Nuevamente con bastantes kilos menos, el actor de El Imperio del Sol, hace un perfomance extrovertida, de esas que gustan a la academia, por tener un estilo casi caricaturesco.

La película funciona como un espejo opuesto de Toro Salvaje. Mientras que la ópera en blanco y negro de Scorsese empieza con la etapa de gloria de La Motta y termina con la época de decadencia del boxeador, El Ganador muestra la decadencia al inicio y el triunfo al final, por así decirlo. Alguno dirá, bueno, es Rocky. No. Rocky habla de un hombre alcanzando el sueño americano. Habla de boxeo. El Ganador habla de la familia. Y toma una posición ambigua al respecto. Similar a la de Toro Salvaje. De hecho la relación entre Micky y Dicky es similar. La Motta siempre se imponía contra el manager, que era su hermano (Joe Pesci). Acá, Dicky tapa completamente a Micky. Y al igual que la película de 1980, la llegada de una mujer, de un nuevo amor, Charlene (Amy Adams), será decisiva en mantener el equilibrio de Micky con su profesión y su familia.

O’ Russell sorprende con una puesta en escena cruda y seudo documental, mostrando como es la vida en los barrios bajos sin tapujos. El lirismo de Scorsese de Toro, se enfrenta contra la prosa ruda de O’ Russell, lo que permite que la película tenga su propia impronta. Así mismo, las pocas pero virtuosas peleas, adquieren un tono televisivo, alejado de la estética poética y en cámara lenta de Toro Salvaje.

Pero sin duda, la belleza de El Ganador radica en la relación entre los personajes, la pintura áspera, irónica, sensual, y a la vez humorística de esta familia que cruza pueblos humildes en limusinas. Probablemente los hermanos Weinstein hayan tenido mayor control sobre el director que en otras obras, pero O’ Russell filtra su mirada crítica de la vida social estadounidense a través de personajes como los padres de los hermanos (la sobreactuada Melissa Leo, casi irreconocible y el soberbio Jack McGee, un actor secundario de series y películas que merece más oportunidades de destacar su talento como esta vez). O las “maravillosas” hermanas de Micky y Dicky, a quienes Amy Adams, en una interpretación que la aleja del personaje inocente y dulce que suele personificar en la mayoría de las películas, les da una linda paliza.

Sin embargo, el gran combate interpretativo se da entre Bale y Wahlberg. Como venía diciendo, la película se divide entre una primera parte donde domina el personaje de Dicky y se centra, sin sentimentalismo ni golpes bajos, en el drama familiar, y una segunda que tiene como mayor protagonista al tímido Micky tratando de salir adelante. Bale compone al mismo personaje desde un punto de vista, sacadísimo (por la droga), y una segunda mitad, más introvertido y redimido, que demuestran la versatilidad y capacidad camaleónica de Bale. Se trata de una transformación creíble, paulatina y natural. El crecimiento del actor de Batman es asombroso. Pero Walhberg no se queda atrás esta vez y da pelea desde una posición tímida, contenida y reprimida. Sin duda, su interpretación más profunda e interesante. En el medio, Amy Adams, confronta a ambos, y el triángulo que se establece es muy interesante, especialmente cuando se enfrentan Charlene y Dicky.

Si bien, la segunda mitad de El Ganador, que se centra más en Micky y las peleas de boxeo, es un poco más convencional, clásica y previsible, que la primera mitad más conflictiva, este nuevo y no tan personal trabajo de O’ Russell es muy interesante, atractivo, accesible para el público general, que va a dar una buena pelea en la próxima entrega de los Oscars. Y que demuestra que una vez más, los cineastas estadounidenses tienen memoria (lo demostraron los Coen la semana pasada y Aronofsky esta semana) y saben como reformular grandes clásicos del pasado (esta oportunidad, Toro Salvaje), para dar un producto final pulido, con identidad propia, pero que a la vez es fiel a la cinematografía más enriquecedora que ha dado Hollywood en los últimos 30 años.