El ganador

Crítica de Bernabé Quiroga - CiNerd

EL GRAN GOLPE

“El mundo no es rayos de sol y arcoíris. Es un lugar muy feo y cruel, y no importa que tan fuerte seas, te pondrá de rodillas y ahí te dejará si se lo permites. Ni tú, ni yo, ni nadie golpeará tan fuerte como la vida. Pero no importa que tan fuerte golpees, sino lo fuerte que pueden golpearte y seguir avanzando. Lo mucho que puedas recibir y seguir avanzando ¡Así es como se gana!”
Rocky Balboa.

Películas de boxeo hay muchas. De hecho, es el deporte más filmado en la historia del cine. Desde la legendaria ROCKY (1976), pasando por la magistral TORO SALVAJE (1980), la inspiradora ALÍ (2001), la dramática MILLION DOLLAR BABY (2004) y la dudosa EL LUCHADOR (CINDERELLA MAN, 2005). Entre tantos gimnasios, entrenadores, regresos al cuadrilátero, conferencias de prensa, corridas por la ciudad, contrincantes intimidantes, peleas ganadas (o perdidas) a último momento y festejos sobre el ring, ¿qué es lo que hace a una película como EL GANADOR (THE FIGHTER, 2010) tan buena? ¿Qué las diferencia de las demás? ¿Qué la hace merecedora de siete nominaciones al Oscar, incluyendo Mejor Película y Mejor Director? Pero sobre todo, ¿se merece dichas nominaciones? Sin haber visto otras competidoras fuertes en la categoría principal (EL DISCURSO DEL REY, EL CISNE NEGRO y TEMPLE DE ACERO; ya se, soy una vergüenza como crítico) me atrevo a decir que sí.

Cuando creíamos que se habían filmado todas las historias posibles sobre un ring, se estrena la nueva película de David O. Russell. Pero esta no es una más de boxeo. De hecho, tal vez ni siquiera es una de esas películas. Aunque sigue contando con todos los elementos claves del deporte, estos solo están ahí para adornar lo que EL GANADOR en realidad es: Un poderoso drama familiar que retrata muy eficazmente la relación entre dos medio hermanos y sus historias por separado. La de Micky Ward (Mark Whalberg, muy creíble y contenido), un boxeador de clase media pasado de años que intenta ir por el título mundial; y la de Dicky Ecklund (Christian Bale; completamente transformado y muy merecedor del Oscar), un ex-peleador obsesionado con el pasado, que lucha contra sus adicciones. El protagonismo del film se reparte entre ellos y, con otros personajes secundarios igual de fuertes y bien construidos, la narración no puede evitar alejarse del cuadrilátero por varios momentos para darnos lo mejor que tiene para ofrecer: golpes de drama y emotividad, y un acido e inesperado sentido del humor (brindado más que nada por la interpretación de Bale). Esto es lo que hace a EL GANADOR una película fresca y muy diferente dentro del género deportivo, y un verdadero triunfo para el director y sus actores.

Desde el principio uno puede llegar a saber cómo terminará esta cinta - ya sea por conocer la historia de Mickey “El Irlandés” Ward, por lo previsible que puede resultar las tramas de las cintas de boxeo o por el risible y revelador título traducido -, pero eso no quiere decir que el film se vuelva aburrido. La historia de la familia disfuncional, el personaje de la madre controladora (Melissa Leo en una actuación brillante) y sus siete hilarantes hijas, los pintorescos habitantes del pueblo y la bien construida relación de Charlene (Amy Adams, adorable y talentosa) y Micky, ayudan a reforzar su narración. Y si le sumamos la química entre sus actores, la desgarradora representación de los efectos de las adicciones y esa visión realista del espíritu norteamericano (el de nunca rendirse y alcanzar los sueños), la película nunca deja de entretener y el espectador sufre minuto a minuto por el destino del boxeador y su medio hermano.

Por todo esto hay que darle las gracias al director, quien filmó con mucha precisión los dos caminos que toma EL GANADOR que se distinguen con claridad. Es curioso y destacable que, para las escenas lejos del ring, el director registra todo con el más puro estilo de cine norteamericano independiente, enfatizando la cámara en mano, la puesta en escena desprolija y realista, y hasta elementos del cine documental. Con estos últimos (dos planos de los hermanos sentados en un sillón frente a una cámara de HBO dando declaraciones), O. Russell abre y cierra la película forjando una narración circular que deja al espectador satisfecho. El problema es que, para las escenas de boxeo, O. Russell no se anima a salir de los cánones del género e incluye (al igual que ROCKY, por ejemplo) fragmentos de transmisiones televisivas, planos cerrados ralentizados de las caras de los peleadores recibiendo golpes (con la infaltable saliva incluida), sonido eclipsado y un largo etcétera de tecnicismos ya vistos en otras ocasiones. Sí, como película de boxeo es inspiradora, pero narrativa y visualmente predecible. Por suerte, EL GANADOR es mucho más que eso. Sin piedad, este gran film - con sus excelentes actuaciones, la gran interpretación de Bale, la dirección de O. Russell, una genial banda sonora y la inolvidable familia protagonista - golpea tan duro como la vida.