El futuro que viene

Crítica de Alejandro Lingenti - La Nación

Honestidad, inteligencia, complicidad

Los vaivenes de una amistad duradera, las obligaciones que implica la maternidad y las frustraciones que puede provocar, las oportunidades perdidas, las rupturas amorosas con sus amargas y poco originales consecuencias, la inestabilidad emocional, los dilemas vocacionales... El futuro que viene aborda todos esos temas espinosos con honestidad e inteligencia, sin rendirse ante las soluciones prototípicas ni las redenciones ejemplificadoras. Guionista fogueada en la ficción televisiva (El sodero de mi vida, Son amores y, sobre todo, Soy tu fan, el ciclo donde se notó con más claridad su impronta personal), Constanza Novick trabaja en su ópera prima con un material que circula regularmente en ese ámbito, pero se permite desplegar una mirada más aguda y menos condescendiente que la determinada sin escape por la neurosis del rating. Pero la decisión de trabajar sobre vínculos reales, más que ideales, no obtura la aparición de la candidez, el humor y la ligereza en los pasajes donde la película se aliviana y tiende un puente hacia la complicidad del espectador. La escena del romance adolescente, bañada en la miel de una canción deliberadamente cursi de Los Parchís, y la desopilante coreografía del personaje que encarna el gran teatrista Federico León son dos buenos ejemplos de esa capacidad de la directora para lograr cambios de clima sin perder fluidez, equilibrio ni identidad.