El fulgor

Crítica de Ezequiel Obregon - Leedor.com

El fulgor, de Martín Farina, o la carne como manufactura del deseo

Vilmar Paiva, ya visto en Gualeguauchú: El país del carnaval
La última película del prolífico realizador de Fulboy (2015), Taekwondo (2016, en co-dirección con Marco Berger), Cuentos de chacales (2017) y Mujer nómade (2019), entre otras, retorna al universo de Gualeguaychú: El país del carnaval (Marco Berger, 2021) para ofrecer una mirada en donde conviven el registro documental y la impronta lírica.

En Gualeguaychú: El país del carnaval, Martín Farina se desempeñó como co-guionista. En aquella película (presentada el año pasado en el BAFICI), Berger desplegaba su poética de observación de cuerpos masculinos en la previa y en la realización del carnaval más importante del país; factoría de cuadros de homoerotismo que el responsable de títulos como Plan B (2010) y Un rubio (2019) supo aprovechar. En El fulgor (2022), Farina hace una operación de adaptación; de registro, de puesta y en buena medida de la temática.

La primera y más sobresaliente decisión estética es la supresión de los diálogos; aspecto que resemantiza el sentido puesto ya no en la corporalidad, sino en la carne, en la fisicalidad pura. La transmutación de carne en cuerpo(s) está motorizada por el deseo. Deseo de saciar el hambre, deseo puesto en suspenso, deseo que estalla en la carnavalización como procedimiento de des-subjetivación. Lo individual deviene colectivo. La cámara se conforma como dispositivo ideal para registral ese pasaje.

El fulgor es un ensayo cinematográfico que va más allá de las instancias del carnaval y se instala en el universo de la vida de campo, cuyo epicentro está puesto en las actividades de Vilmar Paiva, a quien la cámara de Farina retrata con cálculo de orfebre. El director, responsable además de buena parte de los rubros técnicos, realiza una verdadera sinfonía de sonidos e imágenes; el trabajo con la carne animal, los cuerpos desnudos en el monte, la intimidad del vestuario, configuran esta red semántica envestida de un aura de misterio. Tal vez, la necesidad de dotar de intención aquello que, frente a los ojos, nos motiva a reconocernos como sujetos deseantes.