El francesito

Crítica de Ezequiel Boetti - Otros Cines

Carne de diván

Más allá de su estructura clásica, este documental sobre la figura de Enrique Pichon-Rivière se sigue siempre con interés.

Si la Argentina es, como aseguran los expertos, uno de los países con más psicoanalistas per cápita del mundo, se debe en gran parte a Enrique Pichon-Rivière. Nacido en Suiza en 1907, se radicó junto a su familia en la zona de la Mesopotamia, primero en Chaco y luego en Corrientes. La observación de la dinámica de ese entorno natural y boscoso sería fundamental para convertirlo en quien finalmente fue: el “padre” de la psicología social.

El francesito- Un documental (im)posible sobre Enrique Pichon-Rivière explora las aristas familiares, laborales y sentimentales de quien para muchos es la segunda personalidad más importante del psicoanálisis detrás ni más ni menos que de Sigmund Freud.

El realizador Miguel Luis Kohan (Salinas grandes, Café de los maestros) se convierte en una suerte de detective del psicoanálisis para rastrear la huella de Pichon-Rivière e intentar aprehender los pormenores detrás de su trabajo, siempre llevando él mismo la voz del relato.

El film es clásico en su forma (cabezas parlantes, imágenes y audios de archivos), pero se sigue con interés gracias a la complejidad de su protagonista. La dimensión arltiana de su figura y la de varios de sus discípulos, todos con líneas de pensamientos opuestas a la del mundo académico, completan el panorama de un documental para ver no desde una butaca, sino desde el diván.