El fotógrafo de Minamata

Crítica de María Paula Iranzo - Cine Argentino Hoy

Una imagen puede valer más que mil palabras, pero muchas veces es necesario acompañarla de un testimonio impactante que llegue a la gente. Este es el caso de El Fotógrafo de Minamata, film que se estrena en cines el próximo 20 de octubre.
William Eugene Smith (Johnny Depp) es un reconocido fotógrafo de la Segunda Guerra Mundial. En 1971, ya desganado y con dejos de estrés post traumático, es enviado por la revista Life a Minamata, una ciudad japonesa devastada por envenenamiento por mercurio, causada por la negligencia industrial de una corporación del país, y retratar sus efectos en los habitantes para lograr el reconocimiento tanto de la empresa -Chisso- como del gobierno de Japón.
En esta cinta, Johnny Depp interpreta a una especie de Capitán Jack Sparrow, pero sin el acento ni tanto alcoholismo. Su personaje está lejos de ser una persona de la cual se puede empatizar. Sin embargo, es a través de su perspectiva que el espectador llega a conocer una historia con la que sí uno logra conectarse y hacer que todo valga la pena.
El fotógrafo de Minamata es el segundo trabajo del realizador Andrew Levitas. Visualmente tiene momentos conmovedores y crudos, pero falla con algunas experimentaciones que no tienen sentido dentro de un argumento tan humano. También tiene un ritmo que puede sentirse pesado a lo largo de las dos horas de film.Aunque se toma algunas licencias con la vida de Smith, la película se basa en hechos reales que, aunque ocurridos hace 50 años, siguen teniendo repercusiones hasta la fecha. La contaminación ambiental por parte de las grandes empresas es una de las luchas globales que más cuesta. El poder sólo conoce el color del dinero.