El fotógrafo de Minamata

Crítica de Alejandro Lingenti - La Nación

Johnny Depp acapara toda la atención en El fotógrafo de Minamata, una biopic sobre el célebre Eugene W. Smith

El homenaje a W. Eugene Smith, uno de los fotoperiodistas más célebres del siglo XX, es el objetivo evidente de esta película producida y protagonizada por Johnny Depp que llega a la Argentina dos años después de su estreno en Estados Unidos. Depp apostó fuerte por este proyecto y de verdad su composición es notable: la capacidad que demuestra para combinar depresión con humor negro y una singular elegancia lo pone claramente por encima de un guion plagado de lugares comunes y golpes de efecto.

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Recluido durante un período de su vida en un barrio periférico de Nueva York, divorciado y con serios problemas económicos, W. Eugene Smith se reinventó a través de un viaje a Japón en el que realizó un magnífico trabajo fotográfico para la revista Life que probó con elocuencia los agresivos efectos de la polución industrial. Una historia de la vida real ideal para provocar un relato de ficción genérico, el del hombre de a pie contra las grandes corporaciones al que la película se aferra sin culpa, sumando además villanos estereotipados y demasiadas escenas que inducen a lagrimear, empujadas por una música un poco machacante que por lo menos hizo Ryuichi Sakamoto (y eso siempre se agradece).

Finalmente, la obstinación por poner en primer plano la redención de un héroe individual -un asunto del guion- diluye un poco el rol de los propios japoneses castigados por la tragedia, que aparecen en la película apenas como satélites de la figura magnética y absorbente en la que Depp transforma a su personaje.