El fin de la espera

Crítica de Andrea Migliani - Puesta en escena

Un oscuro día de justicia

La última película de Ulises Dumont dirigida por Francisco D'Intino y postergada 3 años, ya está en los cines porteños contando una historia tan posible como el país que la alberga.

Cosas de la industria o de quién sabe qué obstáculo El fin de la espera, uno de los últimos trabajos del recordado y entrañable Ulises Dumont se filmó en 2008 y se estrenó el jueves próximo pasado.

Aquí, Ulises compone a Jacinto, un hombre cuya solidaridad y esperanza en cambiar algo lo hacen sostener un espacio en un paraje rural donde los despojados cultiven y cosechen y logren así una mínima inserción en lo que conocemos tan bien. Un entramado social devastado por las sucesivas caídas y olvidos del Estado.

Las tierras que una fundación le otorga para hacer funcionar su sueño luego tratan de serle arrebatadas y allí Jacinto se enfrenta con una verdad, los amigos de ayer, cuando devienen en sujetos con un mínimo poder, cambian. Nosotros los de entonces ya no somos los mismos decía Don Pablo Neruda.

Dumont que supo componer héroes que estando parados sobre una pirámide de naipes se convirtieron en justos buscadores de la equidad, tampoco falla aquí y es acompañado por un elenco elegido ex profeso en el interior para dotar de mayor realismo a una historia que sin data ni nombres de padrón puede y seguramente es real, varias veces. Niños que huyen ante el desbarranque de la situación, paraderos que preocupan al alma de la granja y que muestran su amor por la causa de los más necesitados y la responsabilidad de cuidar de una embarazada y un niño. Nada lo amedrenta y Jacinto saca a relucir una faceta impensable hasta el momento de mayor crisis.

La cámara de D`Intino consigue el intimismo necesario para brindar esa calidez que sólo alguien con compromiso social y un gran amor al prójimo tiene dentro de sí. Bellos paisajes tucumanos en dónde lo bucólico corre siempre el peligro de ser velado por la corrupción son parte de una historia lamentablemente habitual, la del hombre timado en su utopía más querida.

El final depara sorpresas en un buen film que nos da la oportunidad de volver a ver a Ulises y recordar porqué lo queremos tanto.