El exótico hotel Marigold

Crítica de Juan Samaja - CineFreaks

Un comer, rezar, amar… pero con onda

Un grupo de jubilados decide realizar un viaje a un paradisíaco hotel en la India. Al llegar descubrirán que han sido estafados y que el hotel está aún en ruinas. Ese contexto desafiante estimulará una serie de aventuras personales que los cambiará para siempre. El relato se presenta desde el comienzo como una estructura cómica tradicional (pasaje de un contexto a otro e inadecuación de los componentes de un contexto en el otro), sin embargo, no desarrolla dicha veta cómica, reorientándose a mitad de camino hacia una especie de melodrama con unos pocos momentos de comedia romántica.

Como resulta esperable, toda la película está centrada en los personajes y sus historias individuales, aquellas vicisitudes que han impulsado en cada uno las decisiones del viaje. Esto en sí mismo no es una debilidad, siempre y cuando el relato repose en una estructura sólida que pueda articularse con dichas historias, cosa que no ocurre.

El nexo articulador es la historia de Sonny, dueño del hotel, enamorado de Sunaina, una muchacha hindú de mentalidad moderna y liberal. Todo su objetivo en la vida es triunfar con su hotel y cumplir al mismo tiempo con cuatro objetivos de un plumazo: alcanzar la fortuna; mostrar a su madre y hermanos su talento para los negocios; cumplir con el sueño de su padre, y llegar a ser un hombre digno para su amada.

Esta historia se verá obstaculizada por la presencia de la madre, una mujer inflexible, conservadora y tradicional que buscará impedir la consecución de todos los objetivos que su hijo se ha planteado. El principal problema, a mi juicio, de este nexo está en el planteamiento de base.

Todo el contexto se da en la confrontación entre una India que pretende modernizarse con la vida liberal, y otra India más tradicional, conservadora de las costumbres, anti-individualista. Dicha confrontación está diseñada sobre un maniqueísmo tan elemental que resulta inverosímil, impidiendo que dicha historia aporte la conflictividad suficiente para sostener dramáticamente el relato. Esta torpeza resulta análoga a la que se sucede cuando los dramaturgos modernos reponen Romeo y Julieta, pero sin reflexionar previamente cómo tornar verosímil una historia cuyo conflicto ya no podemos entender desde nuestra modernidad tardía, puesto que la concepción superindividualista es nuestra anteojera, y ésta se nos impone como lo obvio y evidente. Así, y cualquier cosa que se oponga a ella carecerá siempre de argumentos válidos y genuinos.

La película transcurre entre historias que se esfuerzan demasiado por ser conmovedoras, y metáforas excesivamente literales y elementales, como la idea de que todo está a medio hacerse, desde el hotel, hasta la vida de los personajes. De allí la frase recurrente de Sonny, que podría haberse pergeñado en la factoría de cualquier estudio norteamericano de Hollywood en los años 50: Al final todo sale bien, si todavía no está bien, es porque todavía no terminó.

El Exótico Hotel Marigold es un relato torpe en lo narrativo, de una concepción excesivamente irrespetuosa sobre la diferencia cultural, e insuficiente desde el punto de vista de las actuaciones, no por falta de personalidades sino por ausencia de contextos de motivación suficientemente dramáticos.