El exótico hotel Marigold

Crítica de Carlos Schilling - La Voz del Interior

El paraíso de la tercera edad

El exótico hotel Marigold propone a un grupo de personajes memorables en medio de historias más o menos edulcoradas y la India como paisaje de fondo.

¿Hay un paraíso? ¿Hay un limbo? ¿Hay un infierno? ¿A dónde van a parar las películas con mensajes positivos? El exótico hotel Marigold se parece demasiado a un manual de autoayuda para la tercera edad. ¿Pero quién acusaría al realizador John Madden (Shakespeare enamorado) de promover que las personas grandes disfruten la última etapa de su vida? En todo caso, se podría objetar que haya elegido el cine para tan nobles propósitos.

Sin embargo, en medio de esa filosofía afirmativa, hay una serie de personajes inolvidables, encarnados por los mejores actores ingleses de la generación de 1930 y de 1940: Judi Dench, Tom Wilkinson, Billy Nighy, Maggie Smith, Penelope Wilton, entre otros. Todos ellos están metidos en una historia coral que converge en un viaje a la India.

La India es para los ingleses antes que nada una colonia perdida, y con esa mirada de postal nostálgica se nos muestra el universo colorido y multitudinario que de pronto estalla antes los ojos de los jubilados: exotismo, repugnancia, incomprensión y cierta sospecha de que no hay nada más ridículo que un inglés blanco en el trópico. De modo queEl exótico hotel Marigold sólo merece ser vista por los personajes que presenta. El mejor elogio sería decir que es una película donde uno conoce gente muy interesante. Y aquí el calificativo "interesante" no es un sinónimo de raro, inteligente o sensible. No, simplemente alude a que son individuos y no estereotipos.

Evelyn Greenslade (Judi Dench) es una viuda que nunca hizo nada por sí misma; Graham Dashwood(Tom Wilkinson) un juez homosexual que pasó la juventud en la India donde dejó al gran amor de su vida en medio de un escándalo; Douglas y Jean Ainslie (Billy Nighy y Penelope Wilton) son una pareja que invirtieron el dinero de su retiro en el proyecto digital de una hija y sólo les alcanza para vivir en el Tercer Mundo; Muriel Donnelly (Maggie Smith) es una ama de llaves retirada, humillada y racista que debe operarse la cadera; Norman Cousins (Ronald Pickup) y Madge Hardcastle (Celia Imrie) son veteranos en busca de amor o de fortuna. A ellos se les suman dos protagonistas jóvenes: el dueño del hotel (Dev Patel) y su amada Sunaina (Tena Desae).

Sostenidas por actuaciones estupendas, tanto en el registro de la comedia como del drama, todas esas historias individuales se van cruzando entre sí de manera más o menos esquemática y previsible. Pero incluso a pesar de las deficiencias narrativas, los personajes cumplen su destino, no como una pauta del guión, sino como una necesidad interna, como un verdad que llevan adentro y les da sentido a sus vidas.